El “sábado de la ira” deja al menos 300 heridos en Líbano
Las protestas que sacuden el país desde el pasado 17 de octubre resurgieron esta semana tras la inactividad de fin de año y han sido reprimidas por las fuerzas de seguridad libanesas. El ex primer ministro, Saad al-Hariri, urgió la formación de un nuevo gobierno.
Los manifestantes libaneses no cesan en su empeño y continúan exigiendo en las calles una solución efectiva para el bloqueo gubernamental y la grave crisis económica que atraviesa el país. Beirut, la capital, se cubrió con una nube de gases lacrimógenos lanzados por las fuerzas de seguridad para reprimir a los furiosos manifestantes, que trataban de llegar hasta las inmediaciones del Parlamento libanés.
Después de dos semanas de relativa calma, las manifestaciones –que comenzaron hace tres meses- se han intensificado con fuerza esta semana, debido a que hasta el momento no se han alcanzado ninguna de las demandas de los manifestantes. Miles de libaneses marcharon y corearon cánticos contra la élite política gobernante, acusada de corrupta: “Si el pueblo pasa hambre, se comerá a sus gobernantes”.
El sábado 18 de enero las calles y plazas de Beirut se convirtieron en un campo de batalla, luego de que los agentes antidisturbios intentaran dispersar por la fuerza -mediante el uso de cañones de agua y balas de goma- la manifestación pacífica convocada bajo el lema “sábado de la ira”. Los asistentes respondieron a la violencia policial lanzando piedras, bengalas y cocteles molotov.
La jornada se saldó con alrededor de 300 personas heridas de distinta gravedad, la cifra más alta desde que estallaron las protestas en octubre pasado. Según la Cruz Roja libanesa, 80 personas fueron trasladadas a hospitales cercanos mientras que otras 220 fueron atendidas por los sanitarios in situ. Además, la Policía ha detenido en los últimos tres días a decenas de manifestantes, muchos ya han sido puestos en libertad.
Un incendio arrasó con un campamento de protesta levantado al inicio del estallido social por los manifestantes, quemando tiendas de campaña y enviando un espeso humo. Los activistas, que instalaron las tiendas como punto de encuentro y reunión acusaron a las Fuerzas de Seguridad de haber causado el incendio.
Los activistas creen que la violencia policial indicaría que las fuerzas de seguridad han perdido la paciencia con los manifestantes, cada vez más frustrados y furiosos. La Policía también cargó con fuerza contra los periodistas que están cubriendo las protestas.
Las autoridades condenan la violencia en las redes sociales
La Dirección General de la Policía pidió a través de su cuenta en Twitter que los manifestantes pacíficos se alejaran de los lugares de los disturbios por su seguridad. Raya el-Hassan, ministra del Interior de Líbano, también se pronunció en la red social: “Siempre he reivindicado el derecho a la protesta, pero que las manifestaciones se conviertan en un flagrante asalto a las fuerzas de seguridad, a la propiedad pública y privada, está condenado y no es aceptable en absoluto”.
El presidente de Líbano, Michel Aoun, pidió al Ejército y a los comandantes de seguridad que restablecieran la calma en el centro de Beirut. Aoun les pidió “que protejan la seguridad de los manifestantes pacíficos y de la propiedad pública y privada, y que restauren la calma en el centro de Beirut”, dijo la oficina del presidente.
Por su parte, el ex primer ministro, Saad al-Hariri, instó este domingo 19 de enero a los políticos a formar urgentemente un nuevo gobierno, así como encontrar soluciones para la crisis económica del país.
“Hay una hoja de ruta para calmar la tormenta popular. Deje de perder el tiempo, forme un gobierno, abra la puerta a soluciones políticas y económicas”, tuiteó Hariri, quien renunció como primer ministro en octubre bajo la presión de la ola de protestas.
“Mantener al ejército, las fuerzas de seguridad y los manifestantes en un estado de confrontación es rodear el problema”, agregó.
Mientras que los activistas y organizaciones de derechos humanos condenaron la brutalidad de las fuerzas de seguridad y los arrestos arbitrarios, alegando que las manifestaciones han sido –por lo general- pacificas desde sus inicios. “El pueblo no se deja intimidad por el Gobierno opresivo”, dijeron.
La tasa de pobreza podría aumentar de un tercio a la mitad ante la falta de gobierno
La crisis y el malestar social derivó en la renuncia de Saad Hariri el 30 de octubre. Una medida que no fue suficiente ni calmó la ira de los manifestantes que piden la renovación total de las autoridades estatales, acusadas de corruptas y de llevar al país al colapso económico. Los manifestantes señalan también contra los bancos, debido a la escasez del dólar y la falta de liquidez.
El presidente, Michel Aoun, nombró a Hasan Diad como sucesor del primer ministro depuesto, algo que enfureció aún más a los libaneses. Hasta el momento, Diad no ha conseguido formar gobierno y se enfrenta a grandes desafíos puesto que debe pactar con varios bloques políticos: sunitas y chiítas, pero en el que además debe estar representadas la multitud de confesiones religiosas de Líbano, para lograr un equilibrio en el que todos los libaneses estén representados.
“No queremos un Gobierno de figuras enmascaradas”, dijo un joven. “Cualquier Gobierno de este tipo caerá. No le daremos ninguna oportunidad en la calle”, añadió. Desde hace más de tres meses, los libaneses de todas confesiones religiosas y clases sociales, vienen tomando el espacio público debido a la difícil situación económica y a la falta de renovación política en el Gobierno.
Líbano tiene una de las tasas de endeudamiento más altas del mundo y la libra libanesa ha perdido hasta un 60% de su valor. Una situación que afecta con crudeza a la población, que ha visto como su calidad de vida ha disminuido a medida que aumenta el costo de sus necesidades básicas. El Banco Mundial ha advertido que la tasa de pobreza en Líbano podría aumentar de un tercio a la mitad si no se remedia rápidamente la crisis política.
Con Reuters, EFE y medios locales
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cronograma:
Líbano, tres meses de protestas inéditas
Líbano es escenario desde hace tres meses de un movimiento contestatario sin precedentes contra toda la clase política, considerada corrupta e incompetente, y su capital Beirut registró el sábado por la noche violentos enfrentamientos.
A continuación, sus principales etapas:
- El impuesto WhatsApp -
El 17 de octubre, el gobierno anuncia una tasa a las llamadas efectuadas vía WhatsApp. Este impuesto extra en un país con la economía exhausta hace estallar la cólera de los libaneses.
“El pueblo reclama la caída del régimen”, gritan los manifestantes mientras queman neumáticos y cortan las calles en varias ciudades del país.
El gobierno renuncia poco después a aplicar la tasa, pero miles de personas de todos los rincones de Líbano continúan manifestándose.
- Barricadas -
El 18, escuelas, universidades, bancos e instituciones públicas cierran.
En Beirut, fuerzas del orden intervienen empleando gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Decenas de personas son arrestadas.
Al día siguiente, decenas de miles de libaneses se reúnen en Beirut, Trípoli (norte), Tiro (sur) y Baalbeck (este). Muchas carreteras principales son bloqueadas con barricadas.
El jefe del partido de las Fuerzas Libanesas, Samir Geagea, anuncia la dimisión de sus cuatro ministros.
Pero el eslogan “Todos quiere decir todos” pronto empieza a ser coreado por los manifestantes, en alusión al conjunto de la clase política, prácticamente la misma desde hace décadas.
El 20, la movilización culmina con centenares de miles de manifestantes.
El 25, tienen lugar en Beirut disturbios entre manifestantes y partidarios del movimiento chiita Hezbolá, enfurecidos por los eslóganes dirigidos a su líder, Hassan Nasrallah. Escenas similares ocurren en Nabatiyé y Tiro (sur).
- Hariri dimite -
El 29 se dan nuevos enfrentamientos en Beirut, donde decenas de asaltantes destruyen las tiendas de los manifestantes.
Saad Hariri y su gobierno dimiten, provocando escenas de júbilo. Pese a su salida, Hariri es el encargado de despachar los asuntos ordinarios hasta la formación de un nuevo gobierno.
El 31, escuelas y universidades retoman las clases, pero centenares de manifestantes vuelven a ocupar grandes arterias para reclamar una renovación completa de la clase política.
El 3 de noviembre, varios miles de personas invaden las calles de Beirut y otras ciudades, horas después de una movilización masiva de partidarios del presidente Michel Aoun.
En los días que siguen, se bloquean administraciones públicas y se cierran gasolineras. Los libaneses colapsan los supermercados, lamentando la subida de precios y la escasez de productos.
El 12, el presidente Aoun propone un gobierno integrado por expertos y representantes de los partidos, pero la ciudadanía reclama un gabinete formado exclusivamente por tecnócratas independientes.
“Si en el seno del Estado no hay nadie que les convenza, que emigren”, lanza Aoun, atizando la cólera.
Un hombre es asesinado al sur de Beirut, segunda víctima mortal relacionada con el movimiento desde la muerte de un joven al inicio de las protestas.
El 19, Michel Aoun dice estar abierto a la idea de un gabinete que incluya a miembros del movimiento contestatario.
- No hay ayuda sin reformas -
El 11 de diciembre, los principales apoyos internacionales de Líbano, reunidos en París, supeditan toda ayuda financiera a la puesta en marcha de un gobierno “eficaz y creíble”, que emprenda reformas “de urgencia”.
Saad Hariri solicita al día siguiente la ayuda del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
La situación económica, de por sí muy precaria, se agudiza con restricciones bancarias y falta de liquidez.
- Disturbios -
El 14, decenas de personas resultan heridas en los disturbios de Beirut, entre los más violentos desde el inicio de las protestas en que las fuerzas de seguridad emplean el lanzamiento de balas de goma.
Al día siguiente, nuevos episodios de violencias nocturnas entre manifestantes y policías, cerca del Parlamento, dejan decenas de heridos.
El 16, la designación de un nuevo primer ministro se aplaza por segunda vez en una semana.
- Hasan Diab primer ministro -
El 18, Saad Hariri afirma que no será candidato.
Al día siguiente, Hasan Diab, ex-ministro y universitario, es nombrado primer ministro, pero el apoyo brindado a su candidatura por Hezbolá y sus aliados provoca ira en una parte de la opinión pública, especialmente entre los sunitas pro-Hariri.
Diab afirma querer formar un gobierno de “tecnócratas independientes” y pide a los manifestantes que le den “una oportunidad”.
- Violentos choques en Beirut -
El 11 de enero, se reanudan las manifestaciones tras una pausa por las fiestas de fin de año.
Los días 14 y 15, la capital es el escenario de violencias nocturnas y varios bancos son vandalizados.
El 17, manifestantes bloquean rutas y el 18 por la noche, al menos 377 personas, entre manifestantes y policías, resultan heridas en Beirut en enfrentamientos de una violencia inédita desde el inicio de la protesta.