Francia es uno de los países más antivacunas del mundo, según una encuesta de Ipsos. Esta desconfianza está fuertemente arraigada entre la población, lo que afectaría la inmunización.
Que la vacuna inyectaría nanopartículas activadas por 5G, que el Covid-19 sería una enfermedad inventada para combatir la sobrepoblación mundial, o que la inmunización podría alterar nuestro ADN. Estas son algunas de las teorías conspirativas -todas falsas- que han surgido respecto de la pandemia durante los últimos meses.
Aunque es un fenómeno que se observa a nivel global, en Francia la desconfianza ante las vacunas está aumentando progresivamente. Según una encuesta del instituto Ipsos, encargada por el Foro Económico Mundial, Francia es uno de los países más reticentes a vacunarse contra el coronavirus. De hecho, de las 15 naciones consideradas en el estudio, los franceses son los que muestran más resistencia a vacunarse contra el Covid-19, con un 54% dispuesto a hacerlo. Esto los ubica detrás de los estadounidenses, los españoles y los italianos.
El Institut Pasteur, uno de los principales centros de investigación científica de Francia, estima que la inmunidad de rebaño requeriría que al menos el 60-70% de la población tenga inmunidad, para romper así la cadena de infecciones. Sin embargo, la confianza de la población francesa en la medicina se ha visto socavada por escándalos pasados, como la suspensión del programa de vacunación contra la hepatitis B en las escuelas en 1998 luego de un posible vínculo con un caso de esclerosis múltiple.
Esta desconfianza está profundamente arraigada en el país, pese a que las autoridades locales han hecho lo posible por convencer a los ciudadanos para que se vacunen. El primer ministro, Jean Castex, dijo que era un acto de altruismo necesario para proteger a los demás, mientras que el ministro de Salud, Olivier Veran, aseguró que “el miedo a la vacuna no detendrá el virus”. Al mismo tiempo, Veran aclaró que la Unión Europea era rigurosa en su proceso de aprobación de las vacunas y que no se apresuraría a lanzar ninguna sin los estudios correspondientes.
Al preguntar a los encuestados qué tan rápido se vacunarían si estuviera disponible, los franceses también parecen ser los más reacios. Solo una octava parte de la población dice que se vacunaría inmediatamente o en menos de un mes. Ese 12% contrasta con las cifras en Italia, por ejemplo, donde es un 24%.
Aunque es difícil trazar un perfil preciso de la población antivacunas en Francia, hay aspectos que permiten visualizar ciertas características, según un estudio de octubre de la Fundación Jean-Jaurès. Por ejemplo, mientras más aumenta la edad, mayor es el apoyo a la vacuna, aunque esto puede estar relacionado con el miedo que tiene la población a esta enfermedad, especialmente los adultos mayores.
Sin embargo, el estudio muestra que las mujeres están más preocupadas por los efectos secundarios de la vacuna, con un 52% frente al 35% de los hombres.
El rechazo a la vacuna parece ser un problema de confianza. Mientras menor es la confianza en las instituciones, menor es el consentimiento para la vacunación.
Aunque solucionar este problema no es fácil, los expertos han señalado que ayudaría que las autoridades insistieran en los efectos positivos de la vacuna para alcanzar una mayor adhesión de la población. En ese sentido, el estudio de la fundación recalca el papel de los medios de comunicación en el mantenimiento de una confianza en el mundo científico, sin el cual el consentimiento de la población es mucho más difícil de obtener.
Por la misma razón, también se destaca el rol de las redes sociales, ya que ahí se transmite el falso discurso de que el remedio es más peligroso que la enfermedad. En Francia, el 40% de la población piensa que el gobierno está confabulado con la industria farmacéutica para ocultar los efectos negativos de las vacunas.
Una señal de la desconfianza de los franceses tendría que ver también con el “documental” Hold-Up, que reúne un conjunto de teorías conspirativas sobre el Covid-19 y una posible vacuna, que fue visto más de dos millones de veces en los primeros días después de su lanzamiento.
La OMS ha insistido en la importancia de realizar rigurosos controles de eficacia y seguridad de las vacunas. Además, según los datos publicados sobre la vacuna de Moderna, BioNTech-Pfizer y AstraZeneca, los efectos secundarios no han sido graves ni duraderos. Sin embargo, muchas afirmaciones falsas o infundadas se han propagado por internet, lo que dificulta la tarea de convencer a las personas de vacunarse.
Pese a esto, ya se anunció que las vacunas contra el Covid-19 en Francia serán gratuitas para todos, y se espera que las primeras dosis estén disponibles entre principios y mediados de enero. Los primeros en recibir las inyecciones serán los residentes de hogares de ancianos y sus cuidadores, y serán distribuidas más ampliamente en marzo.