Autor: “Raúl Prada Alcoreza”

Los síntomas del Apocalipsis

Nos encontramos en pleno despliegue del Apocalipsis, que, a diferencia, de las interpretaciones evangélicas, no implican necesariamente el fin del mundo y la llegada del mesías, sino la muerte de la vida en el planeta, en el contexto de la civilización moderna.


La Amazonia y el Chaco arden

En la Amazonia se plasma la complejidad dinámica de la vida en su gran variedad y diversidad integrada y creativa. La vida se muestra en sus entrelazamientos y tejidos articulados de alta desmesura, la complejidad comunicativa de los seres orgánicos como una polifonía vibrante y cromática. La complementariedad de los seres orgánicos y sus ciclos vitales evidencia niveles superiores de la inteligencia ecológica, la que supone saberes biológicos, semiologías químicas e interpretaciones complejas, entre sistemas autopoiéticos interpenetrados y entrecruzados.
Las sociedades humanas modernas han avanzado en los territorios amazónicos sin establecer las relaciones armónicas y de complementariedad con los nichos ecológicos, cuencas ríos, biodiversidad amazónica, como lo hicieron y lo hacen los pueblos indígenas sobrevivientes amazónicos. La civilización amazónica, que pobló el continente de la Amazonía hasta en la época de Tiahuanaco, supo establecer la complementariedad entre las sociedades humanas y las sociedades orgánicas, la armonía con los ciclos vitales; se trataba de una civilización ecológica.
Si las sociedades y los pueblos no toman consciencia del peligro en el que se encuentran, sino reaccionan y clausuran la civilización moderna, la civilización de la muerte, no hay porvenir para la humanidad, aunque la vida pueda continuar sin los humanos. En cambio, si lo hacen, si su potencia social es activada por los activismos ecológicos, se abre un campo de posibilidades donde el porvenir puede ser una creación de la potencia creativa de la vida.


Decadencia y círculo vicioso del poder

El poder no solo se corresponde con estructuras subyacentes de dominación, cristalizadas en las subjetividades y en las instituciones, sino que se expande como campo de fuerzas, campo que define sus distribuciones, sus cartografías, sus tendencias y sus conformaciones duraderas. Pero, el poder no solo queda definido en el campo o campos de fuerzas que configura, sino que se convierte en sociedad institucionalizada.


Genealogía de la multitud. Seis años de luchas sociales en Bolivia

Ha vuelto la discusión sobre los nombres, las definiciones, los conceptos y las clasificaciones sociales. ¿Cómo identificar a los movimientos sociales desatados como respuesta a la destrucción socioeconómica dejada por el neoliberalismo? ¿Encontramos allí al proletariado?


Bolivia, balance: el juego de la correlación de fuerzas

Para que los partidos de “oposición” logren sus objetivos tendrían que ganar las elecciones, algo que no parece probable, a pesar de las campañas publicistas que se disfrazan de encuestas. Para que la defensa ciudadana de la democracia logre hacer respetar la voluntad popular, expresada en el referéndum, requiere de una coalición de fuerzas mayor; por ejemplo, contar con la alianza de los movimientos sociales anti-sistémicos, que renacen. Para que los movimientos sociales anti-sistémicos logren retomar el curso de las transformaciones estructurales e institucionales se requiere de su expansión e irradiación a todo el pueblo; pero, para esto hace falta consensos y sobre todo autocríticas. Para que el incipiente movimiento subversivo logre romper el círculo vicioso del poder se requiere que el pueblo comprenda que para cumplir con su responsabilidad histórica y ecológica se quiere clausurar las genealogías del poder y construir otros mundos posibles.


Bolivia: Las convulsiones de la forma de gubernamentalidad clientelar

No hay las condiciones mínimas de posibilidad democráticas para realizar elecciones. Hacerlo significa “legitimar” la tiranía.


El retorno del conservadurismo recalcitrante

La ideología es una narrativa elaborada; en cambio la concepción del mundo conservadora y recalcitrante no se ha dado al trabajo de construir una narrativa. Solamente corresponde a una aglomeración de los prejuicios de la casta gamonal, heredera imaginaria de la estirpe española o portuguesa de los conquistadores. Lo que ya es un boceto de narrativa. La historia efectiva va por otros lados. El gamonalismo latinoamericano se conforma con historias singulares de castas enriquecidas en el trafago económico del mercadeo de tierras y la apuesta en la explotación de minerales, sobre todo, su comercialización. No todos los miembros de esta casta provienen exactamente de donde dicen provenir, de la “nobleza española” o “portuguesa”. Ni la llamada “nobleza española” de las indias occidentales tiene su procedencia en la nobleza española, que es obviamente otro imaginario. Sencillamente, para no alargar, se trata de gente enriquecida a costa de la explotación de los “indios”. Sin embargo, estos aventureros económicos, estos audaces hombres, que aprovecharon la efervescencia de la vorágine capitalista, a escala mundial, requerían un mito, aunque sea improvisadamente construido; entonces, se imaginaron descendientes de las “noblezas” europeas conquistadoras.


El modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente

El modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, que forma parte de la geopolítica del sistema-mundo capitalista, que es, a su vez, sistema-mundo capitalista extractivista y colonial, formando parte de la civilización moderna, que es civilización de la muerte. Pues su desarrollo se desenvuelve dejando heridas profundas en el planeta, las proliferantes huellas eclógicas. El modelo colonial extractivista requiere de territorios para incorporarlos a la vorágine de la subsunción de los espesores territoriales al farrago de la acumulación originaria, reiterativa, y de la acumulación ampliada de capital. Por eso, las reservas fiscales, definidas durante los periodos de los gobiernos populistas del nacionalismo-revolucionario, de mediados del siglo XX, se vuelven un problema; así como las áreas protegidas y los parques. Mucho más si se trata de territorios indígenas. Son un problema porque se sitúan como resistencias ante el avasallamiento, las concesiones, la contaminación, la depredación, la tala, la desertificación, la destrucción. Que son los procedimientos y los efectos perversos de la incorporación territorial a la vorágine de la acumulación de capital.


Bolivia: El modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente

El modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, una vez asentado, parapetado, puesto a funcionar, en la historia moderna, desde sus comienzos mismos, no puede parar; sus proyecciones requieren de más territorios, de más bosques a talar, de más geología a explorar y depredar. Este modelo colonial extractivista, que sostiene el desarrollo del sistema-mundo capitalista, se reproduce expansivamente, aboliendo fronteras, sean agrícolas, mineras, hidrocarburíferas o de otra índole. Los espesores territoriales tienen que ser subsumidos a la vorágine destructiva de la acumulación originaria reiterativa, que sostiene a la acumulación ampliada de capital. Ante su avance no hay salvación, salvo si los pueblos resisten y se oponen a su expansión, además, claro está, de lograr vencer a los aparatos políticos, jurídicos, comunicacionales, ideológicos, de chantaje, que acompañan a la expansión del modelo extractivista.


Crítica de los mitos. Lectura de las huellas dejadas por los caminantes migrantes de Venezuela (r)

Dedicado a los caminantes migrantes venezolanos.
En la llamada América Latina y el Caribe se han constituidos mitos sobre la formación de la consciencia nacional, así como el mito de la Patria Grande.


Subversiones indígenas (I)

Índice
Prólogo 7
I. Raíz y devenir de la comunidad 11
Filosofía de los movimientos sociales 21
Hipótesis 26
Comunismo 28
El entramado social de la comunidad 32
La topografía de las movilizaciones 38
La dialéctica de las movilizaciones 50
II. Genealogía del ayllu 57
Enfoques 57
Historia efectiva 62
Arqueología 64
Relaciones sociales y formación social 66
Hipótesis 68
El retorno de las territorialidades originarias 71
La territorialidad del ayllu 74
Cartografías del ayllu 75
Poder, saber y subjetividad de los movimientos indígenas 81


Subversiones indígenas (II)

III. Los movimientos moleculares de la multitud 89
La dinámica, los recorridos y la configuración
molecular de los movimientos sociales 90
Estratos y sedimentaciones de los movimientos sociales 93
El proceso de las contradicciones internas 99
Juegos, enlaces, alianzas y articulaciones de la
micropolítica y su segmentaridad 101
Multitudes y clases en los movimientos sociales antisistémicos 103
Genealogía de la multitud 108
La dinámica molecular de la multitud 109
La multitud en los movimientos sociales 115
Clase obrera y multitud 125
Estado y nomadismo 127
Escenarios 134
Escenarios de la coyuntura electoral y la coyuntura poselectoral 138
El presidente indígena que nació de las urnas 141


El plano de la ideología

La ideología no es efectiva en los espesores de la realidad, salvo en lo imaginario. La ideología no incide preponderantemente en la realidad efectiva; solo lo hace como formaciones discursivas y enunciativas legitimadoras; legitima el poder, pero no forma parte de su materialidad ni de las dinámicas del poder. El ejercicio del poder, como ya lo dijo Michel Foucault, no pasa por la ideología, a pesar de que la utiliza. El poder se ejerce mediante la captura de fuerzas y su utilización para la dominación y la reproducción misma del poder.
Si bien el poder es la heurística de las dominaciones, la característica preponderante de las dominaciones en la modernidad tardía parece ser la de convertir al pueblo en público. Se trata de una dominación mediática o que usa los medios de comunicación como instrumentos de poder, produciendo el público. En consecuencia, la política se convierte en un espectáculo grandilocuente y el pueblo en el público espectador.
El migrante de la modernidad tardía es un producto histórico-político perverso de los diagramas de poder y de las cartografías políticas contemporáneas, es como el “costo colateral” de las estrategias de dominación desencadenadas. Es el producto perverso de las máquinas de guerra en la modernidad tardía.
Parecería que los diagramas de poder de la modernidad tardía se movieran en el intervalo de dos contenidos, el del público y el del desterrado. Interpretando, es como decir que, si no aceptas ser público del espectáculo de la simulación, entonces, se te condena al destierro. Estos contenidos derivan del moldeamiento de los cuerpos sociales, a partir de las máquinas de control, las máquinas de guerra y las máquinas mediáticas. Sin embargo, no acaba aquí todo lo que respecta a la concurrencia de las fuerzas sociales, pues hay también resistencias. Las resistencias corresponden a las actividades y prácticas sociales que no aceptan convertirse en público, que buscan ser actores de los entramados sociales y las tramas políticas. Cuando ocurre esto, los espacio-tiempo sociales se convierten en las zonas rojas, de peligro, para la mirada panóptica y de control de los diagramas de poder.
Hay variados contenidos de estas resistencias, se den de manera abierta y, si se quiere, consciente, o de manera espontánea y, si se quiere, inconsciente. Uno de estos contenidos corresponde al relativo a los pueblos indígenas, que juegan un papel protagónico en las resistencias ecológicas y culturales. Otro de estos contenidos de las resistencias corresponde a la figura de los movimientos sociales autonomistas, de autogestión y de autogobierno. En lo que corresponde a las resistencias espontaneas, que no generan movilizaciones sociales, sino que están asociadas a prácticas singulares de cohesión social, aparecen contendidos difusos y ambivalentes, como, por ejemplo, las tribus urbanas. No se trata de hacer, ahora, una larga lista, que de por sí habla de que las sociedades alterativas desbordan a las sociedades institucionalizadas.
estos contenidos o semi-contenidos de resistencias no son parte de las narrativas ideológicas, salvo para estigmatizarlos, si no es, en algunos casos, hacer apologías, que también es una manera de ignorarlos. En este sentido, se puede decir que las ideologías son anacrónicas; no responden a las dinámicas de los espesores del presente, sino que se hallan ancladas, rumiando, una memoria rezagada, de un recorte del pasado o más bien, una representación esquemática del pasado.


Los límites del poder y la dominación

A estas alturas de los procesos políticos recientes, sobre todo de los relativos a los llamados “gobiernos progresistas”, es menester volver a hacer una evaluación de lo escrito y analizado, teniendo en cuenta, si bien no los desenlaces, pero por lo menos, las tendencias que se encaminan a los mismos. En este sentido nos haremos algunas preguntas que cuestionan nuestras exposiciones. La primera pregunta: ¿Por qué perduran gobiernos que, supuestamente se encuentran en crisis terminal?
¿Qué pasa con la constelación de fuerzas decisivas, que corresponden a las multitudes del pueblo? Fueron capaces de tumbar a las versiones neoliberales de gobiernos que llevaron adelante el ajuste estructural, ocasionando la aguda crisis económica y social, que desató las movilizaciones sociales; empero, no parecen capaces de seguir adelante, de garantizar la marcha consecuente de los “procesos de cambio”; no son capaces de continuar la lucha, sobrepasando a los “gobiernos progresistas”, que no solamente se estancaron, sino que produjeron una regresión y una restauración barroca.
Salvo las resistencias sociales, localizadas, que se han hecho sentir, cuando los “gobiernos progresistas” cruzaban los límites, enfrentándose al pueblo, el pueblo, como bloque histórico parece ausente cuando se tiene que definir el curso del acontecimiento político.
Empero, el proyecto totalitario implícito, a pesar de todo, intentará de imponerse, dejando la huella de la muerte por donde pase y secuelas de cementerios sociales. Empero, el poder, bajo cualquier versión, no puede contra la vida, la potencia creativa de la vida, contra la potencia social.


La ramplona cosmovisión conservadora

Las gestiones de los “gobiernos progresistas” cavaron su propia tumba y fueron la siembra o de la segunda versión de gobiernos neoliberales, o de la forma de gobierno neoconservador recalcitrante.
Como contra-genealogías, como contra-poder, los pueblos están exigidos a ir más allá de la izquierda y la derecha, más allá de “gobiernos progresistas” y gobiernos neoliberales, incluso, por lo tanto, de gobiernos neoconservadores recalcitrantes.


La pregunta por el sentido del ser

No hay promesa que pueda cumplirse, puesto que las promesas emergen de la ilusión, sobre todo de la ilusión de que la historia tiene sentido, la astucia de la razón, que se cumple dialécticamente. La civilización moderna, incluso más que las civilizaciones atrapadas en el mito y la religión, es la civilización de la promesa; es decir, de la promesa que se cumple en la Tierra, no en el cielo. Las sociedades modernas han apostado o han entregado su energía a estas promesas, de todo tinte ideológico; empero, después de haberlo hecho, se han encontrado con que la promesa no se cumple. Gran parte de la infelicidad humana en la contemporaneidad tiene que ver con la frustración social por estos incumplimientos de las promesas.
La cuestión social, es decir, la reproducción diferencial de las clases sociales, no se resuelve políticamente, tampoco como otros han creído, económicamente; la estructura diferencial de clases corresponde a la arqueología de las civilizaciones que optaron por el dominio sobre la naturaleza, el cuerpo y, por tanto, la vida. Basar la estructuración social, si se quiere, la arquitectura social, en los dispositivos de la dominación, que convierten lo que se domina en objeto, en mera cosa, es iniciar precisamente las genealogías del poder, que han caracterizado a las sociedades humanas, involucradas en la historia civilizatoria como distinción del hombre respecto de la naturaleza.


La decadencia del progresismo

Hay que observar detenidamente lo que pasa en Venezuela, en Nicaragua y en Bolivia; observar no solo los síntomas políticos sino lo que implica el vaciamiento de contenidos y, sobre todo, el régimen efectivo que se implanta. No parece que se pueda tomar en serio la autodenominación de “gobiernos socialistas”, aunque se declaren del “socialismo del siglo XXI” o del “socialismo comunitario”, como en el caso de Bolivia.
El llamado socialismo real no fue otra cosa que la versión burocrática y estatalista, de cuartel, del mismo modo de producción capitalista, que funciona mundialmente. En todo caso, los Estados “socialistas” se erigieron sobre el desgaste heroico de los pueblos, que se enfrentaron a la realidad y a la historia.


Bolivia: crisis del Tribunal Supremo Electoral

Tribunal desafiado a cumplir con la Constitución ante el intento de re-postulación del presidente, cuando la carta magna se lo prohíbe, además del referéndum de febrero de 2016, que dijo No a la reforma constitucional, que intentaba legalizar la reelección indefinida.


Bolivia: octubre traicionado

La paradoja política de que se acude a recordar octubre, precisamente cuando se ha traicionado sus finalidades sociales y políticas, las de la movilización prolongada.


Preguntas imprescindibles

Annte la crisis ecológica provocada, tenemos la responsabilidad de reinsertarnos a los ciclos vitales.
Para algunos puede sonar, lo que decimos, a romanticismo trasnochado; pero, si es el caso, esta acusación, desprendida desde una visión “realista” y “pragmática”, devela su profunda desolación. Primero, porque confiesa que no sueña, que no tiene utopías, que es como el sentido del porvenir. Segundo, porque devela que para esta concepción la “realidad” se reduce al estrecho margen del cálculo de costo y beneficio o, en el mejor de los casos, al pragmatismo del oportunismo, en el buen sentido de la palabra; aprovechar las circunstancias para lograr los fines propuestos. Tercero, puede que haya cierta herencia romántica, que es como la trama imaginaria de la voluntad fáustica y transformadora, pero, la importancia radica en la consciencia, usando un término racional, mejor dicho, la intuición, de que pertenecemos a la integralidad dinámica de la complejidad, así como somos parte de la sincronización integral de las dinámicas complejas planetarias y cósmicas.