Autor: “Sergio Ramírez”
Viejos fantasmas
El caudillo, sea de izquierda o sea de derecha, es un viejo fantasma que hace sonar sus cadenas de fanatismo, sectarismo, y represión de las ideas y de la libre expresión del pensamiento. Un dirigente político de la vieja guardia de izquierda, como Cerrón en Perú, hasta hace poco seguro en su papel de poder detrás del trono del profesor Castillo, exhibe un discurso homofóbico y misógino, un conservador de izquierda, que se toca con el de Bolsonaro. Y en el mismo saco, las leyes de Ortega que castigan a quienes él juzga que atentan contra la soberanía nacional, son leyes como las de Putin, pero también como las de Mussolini.
La serpiente que se muerde la cola
Los dictadores que conocimos en el pasado de América Latina llamaban al asombro por su desmesura y por todo lo que tuvieron de personajes de drama y de ópera bufa.
El aura romántica de los guerrilleros heroicos devenidos en caudillos se disipa, y la historia empieza a reconocerlos sólo como tiranos, porque ya no se distingue entre dictaduras de izquierda o de derecha.
Lo que Nicaragua necesita para salir de la dictadura es una rebelión desarmada
Lucida entrevista de Sergio Ramirez.
-Monica Baltodano-
Como si no existieran. En Nicaragua lo que hacen los huracanes es remover una capa de olvido y ocultar el paisaje desolado.
Cuesta a muchos de quienes viven del lado de la costa del Pacífico aceptar que sigue habiendo dos Nicaraguas, y que ‘la costa’, como se la llama a secas, es un territorio ignorado, ajeno; tanto que se llama también ‘la costa Atlántica’ a esos territorios que comprenden casi la mitad del país, a pesar de que el océano Atlántico se halla muy lejos.
Es una barrera levantada desde hace siglos y que separa a ese Caribe, africano, misquito, zambo, mayangna, creole, garífuna, rama, y también mestizo, el Caribe del wallagallo, el reggae y el maypole, bajo el dominio de la corona inglesa hasta finales del siglo XIX.
Agentes del enemigo. La ley de agentes extranjeros que va a aprobarse en Nicaragua viola la propia Constitución Política.
El año próximo deberían celebrarse elecciones para presidente en Nicaragua, y para integrar una nueva Asamblea Nacional. La buena fe del régimen, si la tuviera, debería estarse demostrando desde ahora, en busca de crear garantías democráticas suficientes que permitan a los ciudadanos elegir de verdad, sin trampas, y que todo el proceso estará sometido a la observación internacional. Sería la única manera de superar pacíficamente la crisis política, social y económica que agobia al país.
Pero está ocurriendo todo lo contrario. El régimen ha tomado más bien la iniciativa de apretar las tuercas antidemocráticas a través de dos medidas legislativas que están ya en marcha: restablecer la cadena perpetua como castigo a los delitos de odio, con la intención de castigar a los adversarios; y perseguir a esos mismos adversarios, estigmatizándolos como agentes extranjeros.
Nicaragua: Entre Orwell y Kafka
Nicaragua es un país orwelliano, donde la mentira oficial busca crear una realidad paralela.
Nicaragua: Contra el silencio y el olvido
Después de más de un año de la rebelión cívica en Nicaragua, y de la despiadada ola represiva que dejó centenares de muertos, heridos, encarcelados y exiliados, el régimen se encierra en sí mismo para negar toda posibilidad democrática. Su aspiración parece ser la de prolongarse en una “normalidad” forzada, que haga a la comunidad internacional acostumbrarse a convivir con una dictadura más en América Latina, de las muchas a lo largo de la historia.
Nicaragua: el delito de ser ciudadano
El uso de las fake news y la post-verdad por Ortega y su camarilla.
Frente a la resistencia ciudadana en Nicaragua, el régimen ha insistido en crear una verdad alternativa paralela a la de los hechos reales: la invención de un golpe de Estado organizado por terroristas de profesión que actúan “movidos por el odio”. Esa es la historia que repiten los medios fieles al Gobierno, y que los fiscales y jueces utilizan para acusar y procesar a los ciudadanos.
Nicaragua: Camino al aislamiento
El ex vicepresidente de Nicaragua que se distanció de Ortega nos explica que la crisis que vive Nicaragua tiene salida en la búsqueda del respaldo internacional que lleve a un diálogo nacional.
En Nicaragua a todos nos duele respirar
En Nicaragua “a todos nos duele respirar”, afirma con tristeza el escritor Sergio Ramírez al evocar la muerte del niño Álvaro Conrado, de 15 años, ocurrida mientras repartía agua entre quienes protestaban contra el régimen del presidente Daniel Ortega el pasado 20 de abril.
Fue asesinado de un balazo en la garganta por un francotirador. Una vez que cayó herido al suelo dijo ‘me duele respirar’”.
La izquierda del parque jurásico
Lo que ha hecho el Foro de Sao Paulo, reunido en La Habana, al emitir una declaración en la que, con pasmoso cinismo, se rechaza “el injerencismo e intervencionismo extranjero del gobierno de Estados Unidos a través de sus agencias en Nicaragua, organizando y dirigiendo a la ultraderecha local para aplicar una vez más su conocida fórmula del mal llamado golpe suave para el derrocamiento de gobiernos que no responden a sus intereses, así como la actuación parcializada de los organismos internacionales subordinados a los designios del imperialismo, como es el caso de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)”.
Hay que leer en voz alta a estos señores reunidos en La Habana la declaración de Podemos emitida en Madrid: Reclamamos la investigación y el esclarecimiento de todos los hechos sucedidos durante las movilizaciones, incluyendo la rendición de cuentas ante los tribunales por parte de las autoridades policiales y políticas que se hallen responsables de las violaciones de los derechos humanos cometidas.
Fue cerca del mediodía del viernes 20 de abril, muy al inicio de las protestas que ya duran tres meses. Lo llevaron, herido de muerte, al hospital Cruz Azul, del Seguro Social, y como había órdenes superiores de no dar asistencia médica al enemigo, se negaron a atenderlo. Murió desangrado.
Alvarito es hoy un icono. Está en los muros, en los pósteres, con su cálida sonrisa inocente y sus grandes lentes. Un niño agente del imperialismo, conspirador de la ultraderecha local, empeñado en derrocar a un gobierno democrático de izquierda. La izquierda jurásica.
El autoritarismo de América Latina no tiene color ideológico
El ex vicepresidente de Nicaragua con el sandinismo considera que el FSLN no es el mismo de la revolución, que ha habido una estratificación del poder.
Una montaña de aserrín
Las dos primas hermanas que han logrado huir ocultas en una carreta del gueto de Varsovia, donde han quedado sus padres, corren a esconderse en el entrepiso del desván de la casa del poblado de Milanowek apenas les dan aviso de que la Gestapo está a las puertas, tras la denuncia de una vecina de que allí viven clandestinas unas niñas judías.