Autor: “ Raúl Zibechi ”

El Estado policial democrático

Las revueltas en curso en América Latina tienen la enorme virtud de desnudar aspectos del régimen de dominación que en la grisura de la vida cotidiana pasan desapercibidas y son normalizadas, incluso por sus víctimas. Comprendemos así que el Estado –cuando se le quitan “los caireles de la rima” (León Felipe)– cuando se le desnuda de todo adorno “democrático”, “ciudadano”, etcétera, queda reducido apenas a su núcleo duro: los aparatos armados.


Hay vida (y lucha) más allá de las elecciones

Las personas militantes necesitamos reformar nuestros sentidos y sentimientos de vida, reencontrarnos con nuestros propios fuegos y retomar la lucha más allá de los fuegos artificiales de las elecciones, volver a confiar en nuestra propia potencia y autogobernarnos a distancia del Estado, desalienarnos y descolonizarnos para caminar junto, no delante marcando línea, hombro con hombro con las rebeldías que siguen (re)emergiendo desde abajo y por abajo en toda Nuestra América.


Santiago de Chile: de muros rayados y estatuas derribadas

La céntrica Plaza de la Dignidad, nombre con el que la revuelta chilena ha rebautizado la Plaza Italia, parece zona de guerra. Los comercios están cerrados en varias cuadras a la redonda, engalanados con pintadas multicolores que denuncian la represión, incitan la revuelta y enfrentan las más diversas opresiones.


La crisis del macho-vanguardismo

Creo que la irrupción de los movimientos anti-sistémicos en Ecuador y en Chile muestra la crisis del vanguardismo patriarcal, o macho-vanguardismo. Bolivia es su tumba.


Feministas y pueblos originarios orientan nuestros pasos

La prioridad para las personas organizadas y movilizadas es la construcción de espacios propios y seguros, con relaciones cara a cara, de confianza mutua, lo que resulta de mayor importancia que programas abstractos que tienen poca utilidad, ya que cuando llega el momento de ponerlos en acción, esos mismos caudillos que los redactaron los hacen a un lado.


Bolivia: Evo perdió a Evo

Una nueva cultura política debe arraigar en los dirigentes y cuadros de los movimientos y organizaciones. Una cultura capaz de beber en las tradiciones andinas de rotación de cargos y de complementariedad entre géneros, edades y, ahora también, visiones del mundo. Una cultura que se deje permear por el radical rechazo al patriarcado de las feministas, que están deconstruyendo caudillismos y organizaciones jerárquicas.
Bolivia puede aportarnos, como pocas regiones en nuestra América, las contribuciones de ambas vertientes. Sin ellas, será imposible tejer, comunitariamente, un tapiz emancipador capaz de superar las opresiones que nos atraviesan


Un siquiatra para los geopolíticos

Entre los numerosos exabruptos que se circulan estos días, de todos los colores y sinsentidos, algunos merecen ser destacados porque ilustran un tipo de pensamiento elitista. Ante la oleada de rebeliones, estallidos y levantamientos que está atravesando el continente, los gobiernos acusan siempre a sus enemigos por fomentarlos; la derecha a la izquierda y viceversa.
Unos y otros no pueden imaginar que la gente que se manifiesta lo hace por propia voluntad, que los pueblos no son marionetas cuyos hilos manejan los grandes países o los caudillos. Desestiman la autonomía, que existe, y sólo pueden ver la heteronomía, que también existe, pero que en modo alguno puede explicar las rebeliones en curso.


Las culturas de abajo son el cimiento del nuevo mundo

No confundir lo urgente con lo importante y aceptar que el socialismo no es más desarrollo sino, seguramente, menos desarrollo, o algo diferente al desarrollo que ahora llamamos Buen Vivir, pero que no es tener más. Puedo aceptar que me digan que el extractivismo es necesario durante un tiempo para crear las condiciones de otra cosa, pero no puedo aceptar, como dijo Mujica, que “hay que hacerle un monumento a la soja” porque nos da muchos ingresos. Eso es un disparate.


Las revueltas de octubre

Las revueltas de octubre en América Latina tienen causas comunes pero se expresan de formas diferentes. Responden a los problemas sociales y económicos que genera el extractivismo o acumulación por despojo, la suma de monocultivos, minería a cielo abierto, mega-obras de infraestructura y especulación inmobiliaria urbana.


Sobre las actuales revueltas latinoamericanas: el diluvio es tan fuerte que nubla la vista

De las actuales revueltas latinoamericanas, del papel de los pueblos indígenas, los jóvenes y las mujeres, del rol de Estados Unidos, de las elecciones en Bolivia y en Argentina, de la coyuntura en México, de la ultraderecha y del qué sigue para quienes buscan un mundo más digno, habla en entrevista Raúl Zibechi, periodista y escritor uruguayo, conocedor, caminante y acompañante de diversas luchas de América Latina.


Un gran desorden bajo los cielos

El modelo está en crisis, pero no se avizora nada que lo pueda sustituir a corto plazo. Por eso el caos en curso, que durará un tiempo imprevisible, hasta que maduren las fuerzas capaces de superarlo. Debemos pensar en términos de décadas, más que de años y, menos aún, comprimir los cambios en curso a los tiempos electorales. Tampoco podemos pensar que lo que venga sea necesariamente mejor que lo que caduca.
Un gran desorden, como señalaba Mao Zedong, puede ser algo positivo. Un gran orden, es el cementerio social que necesitan los capitales para seguir acumulando. No alcanza con el desorden para modificar las cosas. El sistema cuenta con la protesta social para reconducirla hacia sus intereses, aprovechando la confusión que puede serle funcional, si no encontramos los modos de convertir la coyuntura en un escenario favorable a los pueblos.


El analista de arriba y la calle

Es cierto, por otro lado, que con marchas y acciones directas no es posible trascender el sistema, que hacen falta por lo menos dos cuestiones centrales: una crisis sistémica profunda, como las que se registraron en Europa hacia el final de la guerra de 1914-1918, y una potente organización de los pueblos, no sólo para afrontar la crisis, sino de modo muy especial para construir los mundos otros llamados a expandirse mientras vamos deshidratando la hidra capitalista.


¿De qué ha servido la revuelta en Ecuador?

Los tiempos de la historia de abajo no son lineales, se maceran lentamente al calor de los fogones, allí donde se debaten y se toman las decisiones colectivas que cambian los rumbos del mundo. Para todas esas personas que hacen de lo colectivo el centro de sus vidas, los sucesos del Ecuador serán como la estrella polar para los navegantes: referencia y horizonte, guía y orientación en estos tiempos de caos y confusión.


Los Estados y las empresas no pueden resolver el cambio climático

Es muy positivo que millones de jóvenes salgan a las calles contra el cambio climático, en todo el mundo. Para muchas es la primera experiencia de lucha y movilización, y es destacable que lo hagan sin que medien aparatos políticos que convoquen y/o manipulen.
No comparto las críticas de quienes reclaman mayor politización, achacan ingenuidad de las y los jóvenes que se manifiestan, o quienes los acusan de no ser declaradamente anticapitalistas y no ser hijos de la pobreza. A menudo son críticas hechas desde una generación, la mía, que sigue creyéndose en posesión de la verdad, pese a los evidentes fracasos que hemos cosechado en el último medio siglo.


Ecuador, fin de ciclo e inestabilidad sistémica

Mejorar el ingreso de los más pobres sin tocar la riqueza, fue el milagro progresista.
Ese consenso se terminó con la crisis de 2008 y la guerra comercial Estados Unidos-China no hace más que profundizar la inestabilidad. No es posible seguir mejorando la situación de los sectores populares sin tocar la riqueza y los gobiernos que se reclamen progresistas no harán otra cosa que profundizar el extractivismo y el despojo de los pueblos: Andrés Manuel López Obrador y el posible gobierno de Alberto Fernández, son parte de esta realidad.
El panorama de los próximos años será una sucesión de gobiernos, progresistas y conservadores, con un telón de fondo de vastas movilizaciones populares. Se trata del fin de la estabilidad, de cualquier color


Las vueltas del neoliberalismo

La crisis del pensamiento crítico, o sea nuestra forma de comprender el mundo para poder actuar transformándolo, ha llevado a los analistas a multiplicar conceptos poco precisos que suelen ser más descriptivos que analíticos, por lo que inducen a confusión. Neoliberalismo es uno de los conceptos que están siendo utilizados de manera menos rigurosa.
El modelo extractivo primario exportador, es la continuidad entre unos y otros. Aunque los progresistas aseguren que al llegar ellos al gobierno ya no hay neoliberalismo. Que le pregunten a los pueblos.


Entre la guerra y las elecciones

Las izquierdas hemos pasado de la lucha armada a la lucha electoral y a la inserción en las instituciones, como si fueran las únicas opciones posibles. En ambos casos se registra una obsesión por la toma del palacio de gobierno. Seguimos el camino trillado de una historia de dos siglos.


Los riesgos de los “acuerdos de paz”

Casi tres décadas después de la firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador, entre el FMLN y el Estado, la situación del movimiento popular y de la izquierda puede definirse como una profunda derrota agravada por la crisis ética de una parte de las dirigencias.


Derrota de la contrainsurgencia “social”

En la medida que las políticas o programas sociales suenan como las caras amables de los estados de nuestra región, más allá de quienes los administren, resulta necesario recordar sus orígenes y objetivos declarados. No alcanza con señalar que buscan reducir la pobreza o que pretenden debilitar a los movimientos antisistémicos.


La tercera expansión del zapatismo

Estamos ante el tercer empuje organizativo de los pueblos mayas que integran el Ezln. Las fechas son 1994, 2003 y 2019. En la primera, anunciaron la creación de los municipios autónomos rebeldes zapatistas, en medio de fraudes electorales y del caos instalado con el gobierno del histórico Partido Revolucionario Institucional (Pri). En la segunda, abrieron cinco caracoles para ejercer la autonomía, cuando el parlamento mexicano, incluidos tanto los partidos de derecha como los de izquierda, rechazó la que ya habían negociado y firmado con delegados oficiales.