Autor: “Raúl Zibechi”
Tres cambios históricos que trae la revuelta colombiana
Dos meses de intensas y extensas movilizaciones suponen el más formidable sacudón que ha experimentado la sociedad en mucho tiempo. La potencia de la revuelta cambió el país, cuestión que será visible a mediano plazo: modificó a las clases dominantes, al Estado y también a los sectores populares que fueron el núcleo de la actividad colectiva:
«Del campo a la ciudad», podría titularse el primer cambio de largo aliento.
De la guerra a lucha civil pacífica, es el segundo tema.
De la vanguardia a la comunidad en resistencia, sería el tercer tema.
La gira como desafío al imaginario rebelde
Construir una agenda propia, abajo y entre abajos, es sinónimo de autonomía; mientras la agenda que reacciona al poder, con lo valiosa que resulta, no consigue todavía situarse en el terreno autónomo. Es evidente que construir una agenda de este tipo requiere tiempo, paciencia y mucha voluntad, porque construir en colectivo es mucho más difícil que destruir (como hace el sistema) o mandar a otros (como hace la vieja cultura política).
Colombia: El antimonumento, puño-corazón
La comunidad Puerto Resistencia, en Cali, que lleva 50 días en lucha contra el mal gobierno de Iván Duque, inauguró esta semana una construcción de 12 metros de altura, que forma un brazo que se extiende hacia el cielo y culmina con un puño que sostiene un cartel con el lema “Resiste”. Una de las pintoras, Valentina, relató a los reporteros su imagen de la obra: “El monumento significa que empezamos desde abajo y vamos creciendo desde la noche, y arriba cuando termina el día, encontramos nuestra palabra ‘Resiste’”. Y agrega que “resistencia es victoria”.
Hoy recibí una carta
Un compañero que vive en Cali, muy cerca de Puerto Resistencia, un suburbio de la ciudad colombiana que desde hace un mes se ha convertido en uno de los 25 “puntos de resistencia”, relata lo sucedido en algunas asambleas.
La lucha no es “para” sino una forma de vivir la vida. No hay objetivos como la toma del poder, ganar elecciones o llegar al socialismo. Es una concepción de la vida y del mundo.
Lo que yo aprendí del zapatismo, que no necesariamente es lo que ellos piensan. Lo primero es que la lucha es para siempre, tiene un comienzo pero no tiene un fin. No hay objetivos como la toma del poder, ganar elecciones o llegar al socialismo. Es una concepción de la vida y del mundo en sintonía con la cultura de los pueblos de raíz maya que se autogobiernan y tal vez tenga empatía con nuestros antepasados políticos, en el sentido de no separar medios y fines, de que .
Colombia es innegociable para el Comando Sur
Ni el Pentágono ni la oligarquía van a ceder ante la calle y la sociedad colombianas, porque temen perderlo todo si dan medio paso al costado. Están dispuestos a provocar un baño de sangre antes que ceder, incluso van a hacer lo imposible por evitar una derrota electoral en mayo de 2022.
No hay diferencia entre narco, burguesía y élites (r)
Propongo que dejemos de hablar de narco (narcotráfico o tráfico de drogas) como si fuera un negocio distinto a otros que realizan las clases dominantes. Atribuir los crímenes a los narcos contribuye a despolitizar el debate y desviar el núcleo central que revelan los terribles hechos: la alianza entre la élite económica y el poder militar-estatal para aplastar las resistencias populares. Lo que llamamos narco es parte de la élite y, como ella, no puede sino tener lazos estrechos con los estados.
América Latina: de la ingobernabilidad al caos
La pandemia esta siendo un parteaguas en las sociedades latinoamericanas. Las opresiones y corrupciones quedan en evidencia mientras la calidad de vida y de los servicios se deterioran de forma ostensible. Los pueblos se rebelan y las derechas y la represión se radicalizan.
El fin del ciclo progresista no fue seguido por la instalación de gobiernos de la derecha, algo que realmente sucedió pero de forma diferente a la habitual, ya que se abrió un período de crisis de la gobernabilidad.
Colombia: «el corazón nos dice que es posible derribar a este gobierno»
El estallido en Chile en octubre de 2019 provocó un gran revuelo en las redes sociales entre los jóvenes de sectores populares (los más afectados por un modelo que les cierra su futuro) y entre las más diversas organizaciones sociales.
Chile: la convención constitucional puede ser la tumba de la revuelta
La esperanza de un nuevo Chile sigue estando en la resistencia mapuche y en las redes de vida que sobreviven en unas cuantas asambleas territoriales.
Las revoluciones de la gente común (r)
Lo común son básicamente dos hechos: poner un freno a los de arriba y hacerlo abriendo espacios de democracia directa y participación colectiva sin representantes.
El arte de edificar fuerzas antisistémicas (r)
Las clases dominantes se han empeñado, a lo largo de más de un siglo, en dinamitar esos espacios donde los de abajo se relacionan porque suelen ser los espacios donde, en silencio, se ensayan las rebeliones.Sin embargo, los diferentes sectores y clases sociales tienen también distintas posibilidades para construir o abrir espacios.
La rebelión de los Indignados españoles. Diez años del 15M: Una década en tres miradas
Tres miradas para abordar el movimiento más importante de la sociedad española desde la muerte de Franco (aunque seguramente hay muchas más): el movimiento en las calles y plazas, la izquierda de arriba y los abajos en movimiento.
Colombia. Guardia Indígena: Dignidad y solidaridad
La Guardia Indígena de los pueblos originarios del Cauca, sur de Colombia, es una de las más importantes creaciones de los movimientos emancipatorios de nuestro continente.
Las y los Guardias son nombrados por las asambleas comunitarias que pueden removerlos si constatan comportamientos no adecuados.
Tal vez con los años concluyamos que la gran victoria de este paro que lleva 12 días, no será el cambio de gobierno sino la extensión de la organización de las Guardias a las periferias urbanas.
Lecciones de la revuelta en Colombia
Para luchar, resistir y rebelarse contra el sistema no hacen falta vanguardias que, las más de las veces, se convierten en obstáculos, ya que pretenden dirigir, desde sus despachos, sin siquiera preguntar o escuchar a las personas que están en las calles.
De lo que se trata, más que de un cambio de gobierno, es de cambiar el modo de acumulación que destruye las sociedades y el medio ambiente.
No vamos hacia gobiernos mejores, sino hacia un lapso de ingobernabilidad, más allá de quienes estén al mando en los palacios de gobierno. Gane quien gane las elecciones, no tendrá descanso ni tregua.
Las y los de abajo debemos aprender a vivir y convivir con la incertidumbre, la violencia sistémica y los permanentes intentos por desaparecernos. Los cuidados colectivos deben colocarse en el timón de mando, en espacios autocontrolados fuera del alcance de los machos armados del capital. Ésta es la forma que adquiere la autonomía durante el caos sistémico.
Nuevas formas de segregación y control social
Entiendo esta situación como parte de la militarización de nuestras sociedades. El control a gran escala, con policías, cámaras de seguridad y drones, se complementa con un control capilar, que invade todos los rincones de la sociabilidad popular.
¿No estamos acaso ante un panóptico a cielo abierto, una gigantesca cárcel cuyos barrotes son poco visibles, porque sus guardianes son nuestros vecinos, y hasta nosotros mismos? ¿Cómo se escapa de una cárcel así?
Nosotros coincidiendo con el análisis de Zibechi sostenemos que la salida está en hacernos fuertes en los barrios, aprendiendo a administrarlos entre vecinos, levantando ollas comunes y huertas comunitarias, en fin, mediante la autogestión generalizada y la sustitución del poder estatal por la democracia directa en los barrios.
¿Encuentro entre dirigentes o entre movimientos?
Lo importante es que las personas que integran movimientos se encuentren, dialoguen, aprendan unas de otras, consigan intercambiar saberes y experiencias. Esto es más fácil de hacerlo en rondas, en fogones, en los que hay tiempo para compartir, hablar y escuchar sin interferencias externas. Pero también valen las fiestas, los partidos de fútbol y los bailes para cumplir esos objetivos.
Los modos públicos de los movimientos son incluso más importantes que sus programas y declaraciones, ya que emiten mensajes de mayor profundidad porque escenifican el mundo por el que luchan.
La militarización del Estado
Para alargar su decadencia, el sistema capitalista patriarcal está militarizando el Estado, y de modo especial algunas de sus funciones “sociales”, como la salud y la educación. Brasil se ha convertido en un laboratorio de políticas para exportar, del mismo modo que la guerra antidrogas fue exportada desde Colombia a México, entre otros.
Un doble proceso en marcha: blindar el Estado y usarlo como martillo contra los disidentes. Quien de ahora en más aspire a ocupar cargos estatales debe saber para quiénes trabaja.
Brasil. Tensión entre Bolsonaro y los generales: Hasta aquí llegó mi amor
La semana comenzó con una rotunda derrota del presidente brasileño tras la renuncia de su canciller, el más ultra de sus ministros. Pero el epicentro de la crisis se trasladó enseguida al campo militar.
La militarización, fase superior del extractivismo
La militarización creciente de nuestras sociedades es claro signo otoñal del sistema capitalista patriarcal. El sistema renunció a integrar a las clases populares, ya no aspira siquiera a dialogar con ellas, sino que se limita a vigilarlas y controlarlas. Antes de este periodo militarista, se encerraba a los “descarriados” para corregirlos. Ahora se trata de vigilar a cielo abierto a camadas enteras y mayoritarias de la población.