Autor: “Raul Prada Alcoreza”
La médula de las dominaciones
Los liberales creen que la suya no es una ideología; este supuesto es precisamente la premisa de su ideología. El fetichismo es jurídico-político, es la figura del Estado de derecho; el creer que la ley es independiente de la fuerza, no solo para garantizar el derecho, sino la fuerza que dio nacimiento a la ley. Todas las formaciones ideológicas han encubierto crímenes cometidos a nombre de los ideales que pregonan las ideologías políticas. Es pues momento de deconstruir las ideologías y diseminar sus mallas institucionales. Si no se lo hace se seguirá deambulando en el círculo vicioso del poder, dando lugar a variadas formas de las dominaciones.
El poder como normalización y normatización (r)
Comentario a Derechos o resistencias: ¿Los a-normales, monstruos o humanos? de Rosario Aquim Chávez.
México: Dilemas de la coyuntura. Derrumbe o restauración del poder institucionalizado
De lo que se trata es de no circunscribir los horizontes efectivamente abiertos por la potencia social a los presupuestos pre-formativos de la formación enunciativa vanguardista, mucho menos de la ideología, en todos sus matices, que son conservadores, a diferencia de la utopía. Se trata de lograr alumbrar estos horizontes de posibilidad, comprender lo que la potencia social desea, a pesar que no pueda nombrarla, por de pronto. Que la apertura efectiva se clausure debido a la correlación de fuerzas, sobre todo por no haber visualizado los horizontes de posibilidad, restringiéndose a las verdades consabidas, no quiere decir que lo que se ha abierto estaba condenado de antemano a los desenlaces presupuestos por la narrativa política, incluso la vanguardista.
Máquinas y tecnologías del complot
En las historias políticas modernas hemos asistido al despliegue de estas tecnologías de poder y, entre ellas, las que llamaremos, provisionalmente, tecnologías del complot. Se complota para anular al enemigo, tratando de quitarle todos sus recursos de defensa; comenzando por descalificarlo, convertirlo en deleznable, desechando su buena imagen para sustituirla por la imagen de la monstruosidad.
Confines proletarios
¿Cuáles son los ámbitos de relaciones de los trabajadores mineros con el mundo? ¿Cómo se constituyen los mineros en el mundo? ¿Cómo constituyen el mundo? ¿Cómo los constituye el mundo? Hay que compenetrarse de estos climas, de estas atmósferas, de estos espesores de relaciones, para poder acceder al sentido inmanente del acontecimiento; en este caso, del acontecimiento histórico, en constante devenir, de la constitución del proletariado minero boliviano. Hay que tratar de comprender sus perspectivas móviles, intensas, manifiestas, aunque no necesariamente expresadas en discursos.
La metamorfosis de Daniel Ortega
Dedicado a las víctimas del terrorismo de Estado, a las y los movilizados en defensa de la vida, de la democracia y del legado sandinista.
México: ¿Derrumbe del poder institucionalizado?
El cambio de actitud masivo en los comicios es ya una ruptura con el habitus. Pero no es revolución, en el sentido de transformación; mucho menos equivale a salir del círculo vicioso del poder. Se está todavía dentro de este círculo; Para salir del mismo hace falta deconstruir la ideología, desmantelar las máquinas de poder, diseminar las mallas institucionales.
Sobre la experiencia zapatista: el perfil de la tradición autónoma, auto-determinante, auto-convocativa de la interpelación social y de las luchas colectivas y comunitarias, no logra plasmarse en un estilo de vida que contenga un estilo político emancipatorio y libertario de incidencia transformativa en la sociedad.
Lo mejor de esta generación de luchas, que arrancan en 1994 con la insurrección armada indígena de la selva lacandona, llegando a la movilización prolongada de Bolivia, 2000-2005, es indudablemente el gesto, la elocuencia, la autonomía y auto-determinación de las comunidades zapatistas.
Que los zapatistas no hayan tomado el poder no es un criterio para devaluar, de una u otra manera, su propuesta política. Al contrario, es un claro ejemplo de que por ahí no hay que ir. Lo único que tenemos, entre otras experiencias, los y las que participamos en esta generación de luchas, es esta persistencia comunitaria y autonómica de la Selva Lacandona. La siguiente generación de luchas, que ya se ha manifestado, en la explosión joven por la educación pública, por el pasaje libre, contra la expropiación de la alegría del deporte, por la recuperación de lo común contra lo público y lo privado, tiene en el ejemplo zapatista el referente de lo posible. Se disponen con las poses transgresoras e irreverente como atentados a lo prohibido, impuesto por el realismo político.
Es cuestión de que los pueblos del mundo decidan no jugar el juego dominante, no seguir sus reglas; retirarse de un juego aburrido, dejando caer el castillo de naipes, optando por el juego lúdico de la creatividad, de alegría, de la espontaneidad de las asociaciones dúctiles, plásticas, dinámicas, que ayudan a complementarse.
Que sea una mayoría de gente que todavía cree en la narrativa del poder no debe desalentarnos. Si en algo ha vencido el poder, sus instituciones, su campo burocrático, su campo institucional, su campo político, su campo escolar, es en lograr convencer a la mayoría que la narrativa del poder es la “realidad”. Su dominio, entonces es imaginario; lo que no quiere decir que no es efectivo.
La tarea es liberar a la mayoría de esta ilusión; hablando en la tradición marxista, liberar de la “ideología”, liberar de los múltiples fetichismos; de la mercancía, del poder, de las instituciones, de los patriarcados.
ignoremos a esta narrativa aburrida del poder, ignoremos a estos paranoicos, enamorados del poder, dejemos que se hunda su ficción institucionalizada, hagamos lo que han hecho las comunidades zapatistas. Asumamos nuestras autonomías múltiples efectivamente.
La potencia social se ha manifestado, la responsabilidad es asumir las consecuencias de semejante cambio de actitud. No se trata, de ninguna manera, de dejar la iniciativa a la clase política, esta vez a la parte de la clase política progresista, por más buenas intensiones y honestidad que pueda transmitir; se trata de saber si el pueblo se hace cargo de sí mismo, asume la madurez, deja de ser dependiente, de delegar a los representantes la constelación de voluntades singulares que dijeron basta. Si el pueblo hace uso crítico de la razón, hace uso creativo de la constelación integrada de voluntades singulares, decide autogestionarse y autogobernarse.
Crítica de las genealogías de la guerra y de la violencia
no es esta una crítica desde la moral, un llamado a la paz desde la moral; la moral es una pose hipócrita, que termina legitimando los cursos y recursos de la violencia, a las que trata de contener y mantenerlos encapsulados o encerrados en las cárceles. Es una crítica de las genealogías de la violencia y de las genealogías de la guerra. Es una crítica del poder y de las dominaciones polimorfas, además de crítica de las ideologías, que no dejan de ser apologías de la violencia.
Diseminación y extorsión
Estamos ante el acontecimiento de la diseminación, la diseminación institucional, la diseminación política, la diseminación económica, la diseminación cultural, la diseminación ética y moral. La diseminación es material, en cambio, la deconstrucción es hermenéutica. La deconstrucción desmantela los tejidos y las capas del discurso y la escritura; la diseminación diluye, desarma o destruye lo construido, lo edificado, las mallas institucionales. De manera esquemática, se puede decir que la deconstrucción es crítica y la diseminación es revolucionaria; sin embargo, hay que tener cuidado, hemos usado dos términos que connotan significaciones labradas socialmente y hundidas en los espesores imaginarios colectivos. Puede quedar mejor parada la crítica, por no haber perdido su aire exigente e interpeladora; en cambio la revolución habría perdido su halo romántico, convertida en excusa para cambiar élites y restaurar dominaciones. La diseminación política y cultural habría llegado a deteriorar el término de revolución, desgastándola, hasta dejar de la revolución, su sentido e imagen, solo la impresión de la violencia y la sensación de impostura.
La diseminación institucional se efectúa por desmantelamiento o por deterioro; en el primer caso se trata del efecto de acciones revolucionarias, para decirlo de esa manera acostumbrada; en el segundo caso se trata de efectos corrosivos en la maquinaria estatal. Vamos a hablar de lo segundo, pues lo primero no acontece en el llamado eufemísticamente “proceso de cambio”.
Balance del análisis crítico a los gobiernos progresistas
Vamos a hacer un balance de los análisis que hicimos de los “gobiernos progresistas” de Sud América; particularmente del gobierno bolivariano de Venezuela, más bien, de la varias gestiones de gobierno en la República Bolivariana de Venezuela. La mayoría de las gestiones bajo la conducción de Hugo Chávez; la reciente bajo la conducción de Nicolás Maduro.
Genealogías y espesores de las instituciones
La liberación de la potencia social no es tarea de vanguardias, de “partidos revolucionarios” o populistas, que al final de cuentas, reproducen relaciones de dependencia, entre intelectuales y pueblo, entre vanguardias y bases, entre maestros y alumnos. Estas relaciones son el núcleo orgánico del futuro Estado; es decir, de la futura estructura de dominación, que reitera, análogamente, las viejas estructuras de dominación. La liberación de la potencia social es acontecimiento, que acaece cuando los flujos sociales logran aprender, por la pedagogía política, que la transformación radical está en sus manos, está en el ejercicio autónomo de los autogobiernos, en las prácticas democráticas directas de las construcciones colectivas de consensos y decisiones políticas.
En Bolivia el gobierno “progresista” hace extorsión económica
Las concesiones en el Salar de Uyuni, es más, la historia de las concesiones en dicho salar, muestran los altos grados de dependencia y subalternización del Estado al monopolio de las empresas trasnacionales. En ensayos anteriores[1] describimos y analizamos las situaciones en las que se repite la increíble y triste historia de la economía basada en el extractivismo, condición exacerbada de la colonialidad heredada y continuada. El caso QUIBORAX alumbra por los niveles de extorsión económica a la que se ha llegado, no solo en lo que respecta a la empresa comprometida en el asunto, sino con participación de dispositivos internacionales jurídicos que defienden las inversiones.
Que la empresa haya invertido solo menos de un millón de U$ o alrededor de este monto, que reclame, en principio, 3 millones de U$, y que después del pleito y el veredicto jurídico internacional tenga que pagar el Estado boliviano un poco más de 42 millones de U$, se hace patente que se trata descarnadamente de una extorsión económica. Sin embargo, el “gobierno progresista” declara que esto se debe a un error técnico jurídico del expresidente Carlos Mesa Gisbert; acatando el fallo, que basa su revisión en un documento fraudulento. Esta respuesta, que acepta un fallo incongruente, que solo se sostiene en argumentos leguleyos, de parte de un gobierno que se declara “antiimperialista”, es patética; muestra la enorme degradación a la que se ha llegado. A todas luces resalta la complicidad de un gobierno que debería defender los recursos naturales del pueblo boliviano y que administra el Estado con la empresa expoliadora, que ha incumplido con el convenio y el contrato asignado.
Bolivia: Correlatos de la crisis política y la crisis universitaria
Dedicado a los y las movilizadas en el conflicto de la Universidad Pública de El Alto (UPEA)
De la extorsión política
Se puede definir la cuestión política de la siguiente manera: se nombra a la “democracia” en discursos que la exaltan y pretenden su profundización, así como en discursos que la conciben como lograda en el Estado liberal o el Estado de derecho; yendo más lejos como realización histórica en el socialismo; o, contrastando, como “decadencia occidental”, entonces susceptible de concretizarla en el pueblo elegido o el pueblo superior. A pesar de sus diferencias, todas estas variedades discursivas políticas, incluso diferencias ideológicas, sirven para preservar el ejercicio del poder, que, en términos de la política institucionalizada, fácticamente implican el desenvolvimiento de las formas de la extorsión política.
El estado: Los dispositivos de la extorsión
el sistema judicial está, más bien, para reproducirse como tal preservando la masa critica de las victimas y de los delincuentes; el sistema de salud está, mas bien, para reproducirse preservando la masa critica de enfermos y pacientes; el sistema educativo, está, mas bien, para reproducirse preservando la masa crítica de aprendices y pupilos, que requieren titularse. Y así sucesivamente, cualquier subsistema del sistema de extorsión generalizada está para reproducirse preservando la masa crítica de expuestos y vulnerables a la extorsión.
¿Recuerda a Iván Illich?
La crisis de la izquierda no es la verdad de la derecha, sino que abre camino al protagonismo de la autonomía social
De las preternsiones de verdad.
Cuando alguna ideología vanguardista entra en crisis, ante la contrastación de los sucesos, de los procesos y sus desenlaces, sobrepasada por los horizontes del inalcanzable acontecimiento, los discursos más anacrónicos y conservadores, hasta reaccionarios, pretenden volver a escena, repitiendo los trasnochados argumentos políticos e ideológicos, desgastados y patéticos. Es lo que ocurre ahora, ante el derrumbe de las versiones neo-populistas de ideologías barrocas, ante la decadencia de los llamados “gobiernos progresistas”; versiones rebasadas de conservadurismos recalcitrantes, que se presentan como “anti-comunistas”, pretenden convencer de sus verdades disecadas, aprovechando el derrumbe de la forma de gubernamentalidad clientelar.
Las pretensiones de verdad conservadoras fijan la verdad en el miedo, en la cultura fosilizada, en la anacrónica institucionalidad rebasada, por lo tanto, en la ilusión de que las viejas verdades son como el cimiento de toda verdad posterior y venidera, cuando apenas fueron, en su tiempo, primerizas interpretaciones de las torpes edificaciones del poder.
La intermitente guerra del agua
Hay que tratar de entender cómo funciona el poder, esa máquina abstracta de las dominaciones polimorfas; cómo funciona en sus despliegues singulares; cómo combina de manera barroca distintas figuras el ejercicio de la política. Cómo, por ejemplo, se combina un discurso de convocatoria popular, la práctica de una forma gubernamental clientelar, el ejercicio desfachatado de políticas, que continúan los mismos caminos que los gobiernos derrocados, sobre todo en lo que respecta al modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente; acompañado por una administración irresponsable de los recursos del Estado, además de venir asistido todo esto por la apropiación privada de riqueza, canalizando la misma mediante la participación personal en el “negocio”; es decir, la ejecución del proyecto público convertido en “negocio”, tanto por los jerarcas y funcionarios de alto rango, como por las empresas involucradas, que se benefician con concesiones y contratos displicentes.
Las maneras de eludir la responsabilidad
La responsabilidad es la relación ética con la vida y el mundo efectivo. Cuando asumimos la responsabilidad nos abrimos a la proliferante vida y a la complejidad del mundo efectivo. Cuando eludimos la responsabilidad nos cerramos a esta apertura, nos encaracolamos en el mundo de la representaciones, mundo imaginario, sostenido por las materialidad de las mallas institucionales. La responsabilidad no se la asume, sino se la soslaya, por medio de artificios y retoricas ideológicas, que no alcanzan para cubrir la distancia no recorrida, no abarcada, incluso no visualizada; menos comprendida. De lejos, se ignora el desafío de la existencia y de la vida; hablando de las sociedades orgánicas y particularmente de las sociedades humanas, se ignora el desafío social. Se cree que el edulcorante de ideología basta para dar sentido al caminar en lo desconocido; cuando ésta apenas escudriña su propio acontecer. No entiende que es apenas interpretación anacrónica de una selectiva memoria, que busca legitimar un accionar, que básicamente tiene que ver con el ejercicio del poder.
A las puertas de nuevas movilizaciones sociales, es menester evitar que las mismas terminen sirviendo de catapulta a nuevas o viejas élites gobernantes y nuevos ricos; lo hagan a nombre de un discurso u otro, de una ideología u otra. La potencia social no puede volver a ser usurpada por un sector u otro de la clase política, que es la que monopoliza la administración estatal. La tarea difícil: es romper y salir del círculo vicioso del poder. Hacer lo que ninguna revolución ha hecho hasta ahora. Inaugurar no solo una nueva era civilizatoria, sino comenzar desde otra situación y condiciones de posibilidad otras proyecciones sociales; esta vez de reinserción con los ciclos vitales del planeta.
La muerte perpetrada y la muerte anunciada
La movilización y la rebelión forman parte de las dinámicas de las sociedades alterativas, substrato de las sociedades institucionalizadas. La vitalidad se encuentra en éstas, no en el Estado; el Estado solo puede actuar en el rango que le permite la captura de las fuerzas sociales. Este rango es restringido frente a lo que tiene como horizonte nómada la sociedad alterativa.
Avatares ideológicos y políticos
Comprender cómo funciona la vida en su complejidad dinámica e integral y como participamos reinsertándonos en la proliferante creación de la potencia de la vida.
Hipótesis sobra la humanidad paradójica.
Asumir la responsabilidad plenamente es hacerse cargo de la democracia, es decir, del gobierno del pueblo; esto equivale a conformar autogobiernos y desenvolver autogestiones.