Autor: “ Raúl Prada Alcoreza”
Frente a las luchas sociales y electorales en Nicaragua,Venezuela, Cataluña, Italia, Colombia, Brasil, México, Armenia y otros. ¿Cómo caracterizar estados y gobiernos en la crisis de interpretación simplista izquierda-derecha? La ofensiva del neo-gamonalismo
A estas alturas del partido, de las historias políticas de la modernidad, no se puede seguir restringiendo el debate al mundo de las representaciones, es decir, a la ideología, en sus distintas formas y manifestaciones. Esto para lo único que sirve es para seguir bregando en el círculo vicioso del poder, legitimado por el círculo vicioso de la ideología, sin salir de sus entramados y de sus tramas. Es menester encarar el acontecimiento político en su complejidad dinámica.
Volviendo al populismo, incluso en su versión neo-populista, en este caso no hay un Estado populista, aunque se de la forma de gubernamentalidad clientelar; lo que hay es el Estado liberal adulterado, mutando en una forma abigarrada; menos se puede hablar de aproximaciones al Estado socialista, incluso efectivamente dado. Por lo tanto, no hay una idea racional de un tipo de Estado distinto, que podría denominarse provisionalmente “Estado populista”, sino, mas bien, estamos ante un símbolo político, mejor dicho, ante una alegoría simbólica, es decir, un mito. En este caso, el “Estado mítico”, no es una construcción racional, no es una idea, sino una construcción afectiva, si se quiere, pasional. La narrativa populista no resuelve la construcción del mito estatal por la vía de la voluntad, guiada por la razón, sino por la vía de la pasión guiada por el mito. No se trata de una finalidad sino, siguiendo las metáforas, de la resurrección política. El “Estado mítico” del populismo es una realización religiosa-política. Como ejemplo véase las experiencias de Perón-Evita y de Ortega-Rosario o aún de Evo Morales hy si vicepresidente.
Populismus
Para los procesos que se viven hoy en Cataluña, Italia, Armenia, Túnez, Venezuela, Colombia, Nicaragua y Bolivia, por sólo nombrar a los más divulgados, la lucha de clases está ausente y sólo se puede hablar de lucha por el poder o el control y defensa del aparato de dominación. El llamado al pueblo no es para el despliegue de la potencia, sino la subordinación a determinado referente-mito.
Conservadores, liberales, nacionalistas, neoliberales, populistas, entonces, forman la gama variopinta de la “clase política”. No deberíamos incorporar en esta gama a los socialistas, quienes deberían propugnar y luchar por lo que dicen, una sociedad sin clases; sin embargo, han convertido al socialismo, es decir, la preponderancia absoluta de lo social, el substrato de las dinámicas sociales, la facticidad del empoderamiento de lo social, en un estatalismo. Hablando con propiedad, lo que hacen y practican los “socialistas” no es socialismo sino estatalismo. Por lo tanto, los incorporamos también en esta gama variopinta de la “clase política”. En este sentido, también están embargados en la lucha por el poder, no en la lucha de clases, como dicen.
Reforma, revolución o alteridad
En relación a los llamados “gobiernos progresistas” no está en cuestión la llamada revolución, ni sus desenlaces, tampoco su porvenir; sino están en cuestión los alcances de las reformas. Considerar una evaluación de estos gobiernos populistas a partir de la inflamación de los discursos pretensiosos, que se reclaman de que expresan la “revolución en marcha”, es equivocar el método y la perspectiva de la evaluación misma. Por así decirlo, se mide con la vara de la revolución a un acontecimiento reformista.
a eclosión social es la expresión del malestar civilizatorio; dice: no se puede seguir como se ha seguido hasta ahora, no se puede seguir el recorrido de la civilización moderna, con todos los matices que pueda tener, de promesa o tradicional. Es menester desandar el camino equivocado, abrir otros rumbos que emenden los comienzos equivocados.
Tres tareas que parecen primordiales
La tarea de los colectivos activistas es buscar la comunicación efectiva con las sociedades y los pueblos; sobre todo para activar la potencia social. Entonces, la responsabilidad de los colectivos activistas es lograrlo y la responsabilidad de las sociedades y los pueblos es abrirse a la percepción de la crisis ecológica.
Caracterizaciones de la modernidad y del conocimiento moderno
El substrato constitutivo de la civilización moderna y del sistema-mundo capitalista es colonial, la colonización planetaria por parte de las sociedades institucionalizadas de la valorización abstracta. Ahora bien, se puede ver que para que se desate la mitología de la razón y la valorización del valor abstracto ha sido indispensable el despliegue más descarnado y descomunal de la violencia inicial de la acumulación originaria de capital; esta violencia inicial es la conquista y la colonización, las oleadas de conquista y la dilatada colonización ininterrumpida.
Este acontecimiento, el de la violencia inicial, la colonización planetaria, es como el acto de nacimiento indispensable de la civilización moderna; parto doloroso que recuerda que la civilización del espectáculo de las representaciones y del teatro de las simulaciones, la civilización del modo de producción capitalista, ha nacido corporalmente, vale decir destruyendo cuerpos.
Las pretensiones del neo-gamonalismo
El debate de fondo no está en qué por qué Lula y no Temer, por qué Dilma y no otros implicados de la oposición congresal, sino en hasta cuándo los pueblos van a sostener las formas de reproducción del poder, sean de “derecha” o de “izquierda”, para simplificar. El acontecimiento político no puede comprenderse si se lo reduce a la figura esquemática y simplona del movimiento del péndulo; pasa de “derecha” a “izquierda”, después de “izquierda” a “derecha”. Esto es un reduccionismo harto inocente. El tema es que tanto unos como otros participan de la reproducción del circulo vicioso del poder. Entonces se trata de discutir cómo salimos del circulo vicioso del poder.
Los jueces
Los jueces aplastaron a Lula. Los jueces chilenos son de izquierda dice gobierno Piñera, en fin, hablemos de los jueces.
Periplos del desarrollismo. Hablemos de los temas por su nombre.
La mentalidad colonizada concibe a la naturaleza como objeto de dominio, de explotación, sobre todo, de extracción. Otra característica corresponde al ideal de Estado rentista combinado o sustentado con la economía extractivista, beneficiada por la demanda de materias primas, en condiciones de precios altos del mercado de minerales. Una tercera característica es que considera que la etapa extractivista de la economía es necesaria; se la concibe como si fuese una etapa anterior a la industrialización, que vendría a ser propiamente el “desarrollo”. Está lejos de comprender que el extractivismo no es ninguna etapa, menos pre-condición de la industrialización, sino parte de la división del trabajo y del mercado internacional en la geopolítica del sistema-mundo capitalista[2]. La cuarta característica, quizás la más pronunciada de la mentalidad colonial, es que se figura el “desarrollo” como el camino andado por los llamados “países desarrollados”; es decir, se trata de imitarlos. Una quinta característica es la de juzgar a todo lo que se opone al “desarrollo” como obstáculo del mismo y que detiene el “progreso”. Por eso, consideran que la represión a los pueblos indígenas, que defienden sus territorios, está justificada.
Estos periplos desarrollistas, por ejemplo el caso del litio en Bolivia, sean liberales, neoliberales o “progresistas”, incluyendo a los interregnos de las dictaduras militares, forman parte del mismo proceso de subalternización y dependencia de la economía-nacional a la economía-mundo, del Estado-nación al sistema-mundo capitalista. La ilusión del desarrollo tiene encandilados a unos y otros, a las distintas formas de gubernamentalidad, a las distintas formas ideológicas. Creen que las nuevas incursiones en lo mismo, extractivismo, incluso, suponiendo este logro, la industrialización, van a ser distintas a las anteriores, donde la experiencia social e histórica mostró palmariamente los decursos de la fatalidad de la dependencia.
Crisis inmanente y crisis trascendente de la República
¿Cómo explicar el descalabro de un régimen? Se ha hablado de crisis política, de manera más precisa de crisis de legitimidad; las otras versiones hacen hincapié en la crisis económica. Hay también otras de carácter moral que apuntan al desmoronamiento ético y moral; concretamente, la explicación más conocida es la que señala la expansión de la corrosión institucional y de la corrupción. Puede la explicación adquirir una denotación y connotación más compleja; entrelazar los distintos procesos que llevan a la crisis estructural de un régimen y abordar la interrelación entre los factores de la crisis. De esta manera, se tiene una mirada más integral del problema de la crisis de legitimidad de un régimen.
La imagen angelical del imperio
Los pueblos del mundo, tanto los pueblos de la inmensa periferia de la geografía política del sistema-mundo moderno, como los pueblos del centro cambiante del sistema-mundo, tienen experiencias sociales acumuladas y memorias sociales que han guardado los tejidos de huellas de las experiencias; los pueblos saben, por lo menos intuyen que sus gobernantes, sus representantes, sus defensores, sus empresarios, son los anacronismos institucionales ateridos, persistentes, incrustados como garrapatas, a los cuerpos vitales de los pueblos. ¿Cuándo los pueblos se liberarán de estos anacronismos y darán rienda suelta a sus potencias sociales, a la potencia creativa de la vida?
Mundos alterativos y subversión de la praxis. Potencia y trama política
El problema en las sociedades periféricas, en los Estado-nación subalternos, es que están, en el marco del orden mundial, en el contexto del sistema-mundo capitalista, para administrar la transferencia de recursos naturales a los centros y potencias emergentes del sistema-mundo. Aún cuando sean más progresistas los gobiernos de los Estado-nación, no pueden romper los límites impuestos por la dependencia. Para hacerlo, están obligados a trastrocar no sólo los perfiles de los términos de intercambio, sino las mismas estructuras y la geopolítica del sistema-mundo capitalista. Este trastrocamiento no puede efectuarse en las condiciones de Estado-nación. Se requiere de una transición política que vaya más allá del Estado-nación.
La potencia social, desplegada en la movilización prolongada, no pudo atravesar los umbrales del Estado-nación.
¡Qué solos están los pueblos! ¡Qué acompañados pueden estar!
Los pueblos tienen la tarea imperiosa de enmendar los errores que han cometido sus clases dominantes y los gobernantes de turno, al momento de la conflagración y después. No pueden seguir los ritmos de sus clases políticas y de sus castas militares, entrampadas en las irradiaciones de una guerra que no debería haberse dado. Los pueblos periféricos, herederos de las repercusiones des-constitutivas de la colonia, están convocados a integrarse y mancomunarse en proyecciones descolonizadoras, que fortalezcan sus potencias sociales, dándose la oportunidad de abrir otros horizontes, más allá de la colonia y de la colonialidad, más allá de la actualización contemporánea de ambas en las formas de la civilización moderna.
Arqueología y genealogía de la civilización
Prada nos agasaja con este texto donde trae las bases analíticas descriptivas de Michel Foucault y de la teoría de la complejidad para situarnos y re-situarnos en el mundo donde estamos y al cual hemos llegado por y con la especie.
La ilusión del desarrollo
El proceso de desindustrialización en países como Argentina, Brasil y México, ante la competencia de las revoluciones tecnológicas y científicas, cada vez más avanzadas, el retroceso al extractivismo más descomunal, muestra patentemente el fracaso de la modernización en América Latina.
No hay salida en la clausura del sistema-mundo moderno. La salida se encuentra en horizontes abiertos más allá de la modernidad; hay que desandar el camino, por así decirlo, encontrar otros comienzos, conformar otras condiciones de posibilidad históricos-culturales institucionalizables, sobre todo, que cumplan con la reinserción de las sociedades humanas a los ciclos vitales planetarios.
La responsabilidad ineludible de los pueblos es asumirse como tales; asumir los usos críticos de la razón, sus voluntades singulares, autorepresentarse, autogestionarse y autogobernarse, asumiendo la democracia, en pleno sentido de la palabra, construyendo consensos entre los pueblos, abriendo senderos, encontrando otras rutas, que sean las de la reinserción de las sociedades humanas al Oikos planetario.
Teleología de la valorización
Producir lo abstracto con medios de producción concretos, hacer que la lógica de lo abstracto prepondere y dirija a las lógicas de lo concreto; acumular abstractamente, ocasionando una gran desposesión y despojamiento concretos. Estas parecen ser las características más notables del sistema-mundo moderno.
las dinámicas económicas estén orientadas a producir la acumulación abstracta, que se llama capital, o, en el caso del socialismo real, la acumulación abstracta del valor, que, si bien no se lo clasifica como capital, sino como trabajo abstracto, no deja de ser lo mismo.
Lo que dice del valor la teoría económica. Resumiendo, es tiempo de trabajo cristalizado; Karl Marx lo define como el tiempo socialmente necesario del trabajo.
Es esta supeditación de la vida a la valorización abstracta lo que lo que muestra con claridad el sentido de la modernidad. La vida está sometida a la realización de la valorización abstracta; es decir, está sometida a la no-vida. Este es el sin-sentido de la modernidad, concretamente del sistema-mundo moderno, sistema productor de valor abstracto.
Hacia el Tribunal participativo de los pueblos
El Tribunal de La Haya tiene en sus manos el diferendo de la demanda marítima por parte de Bolivia, demanda de resolución de un tema pendiente, el desenlace de la guerra del Pacífico, la pérdida del Litoral boliviano y de parte del territorio del sur del Perú.
Bolivia: El mundo permisible del Mas
Los humanos se sorprenden de lo que acaece, de los efectos incontrolados e inesperados de sus acciones. Es más, las instituciones, que congregan conjuntos de prácticas, actividades y acciones rutinarias, que pretenden controlar por la canalización de las energías sociales, también se sorprenden de los efectos de masa que se desatan en la sociedad.
El gobierno boliviano favorece la coca excedentaria del Chapare para la industrialización de cocaina, desmereciendo la coca ancestral de Yungas, sin medir lo que se está echando encima, pues cree que la realidad funciona según su ideología, por eso hizo ocupa la sede de los cocaleros tradicionales y levanta una vez más una organización paralela para hacer creer que los cocaleros los apoyan.
Crítica de la razón mediática
Toda esta pompa de artificialidad es la burbujeante atmósfera mediática con la que se mantiene seducido u ocupado al público. En consecuencia, el público se encuentra habitando en este mundo de burbujas mediáticas, que toma como “realidad”. Un ejemplo de la enajenada situación en la que se encuentra el público; mientras la crisis ecológica desborda amenazando hacer desaparecer islas, penetrar playas y bordes continentales, la contaminación alcanza grados de intensidad asfixiantes, la destrucción del planeta avanza dejando desiertos, tierras devastadas, huellas irreversibles de depredación, los medios de comunicación presentan, selectivamente, información de lo que acontece, como noticia, colateralmente o de manera compartida con otras noticias, que pueden ser políticas, económicas o de crónica roja. Entonces los niveles de amenaza para la vida, que implica la crisis ecológica, se amortiguan o son matizados, como si se tratara de lo mismo, como si fuese del peso de otras noticias. El público sigue viendo la televisión como si no pasara nada; mientras la tormenta golpea sus ventanas sin que el televidente la escuche ni vea.
Crisis de la máquina política y autogobiernos de los pueblos
Si se llega a la situación donde el acontecimiento político hace emerger otros actores políticos es porque el sistema de partidos, en el marco liberal, ya entró en crisis; ya no representa o ya no puede sostener la representación diferida y delegada del pueblo. En consecuencia, se pone de manifiesto la crisis política en el plano de intensidad de las representaciones políticas, ya sean las circunscritas al marco liberal o las ampliadas al marco populista.
No hay forma de salir de la crisis política moviéndose en el círculo vicioso de la crisis de las representaciones políticas. Salir efectivamente de la crisis política es volver a las dinámicas efectivas y fluidas de las representaciones, devolver la construcción participativa de las representaciones a la potencia social. Se trata de autorepresentaciones de los autogobiernos de los pueblos.
El miedo a la mujer es el miedo a ser mujer
El machismo, en el fondo, es el miedo a la mujer. El macho la siente como alteridad, por eso busca cautivarla o, en su defecto, violarla. Tiene que poseerla para confirmar lo macho que es. Sin embargo, esta exageración denuncia, más bien, que teme no ser tan macho, teme ser mujer. El problema del macho con la homosexualidad es eso, miedo a la mujer, miedo a ser mujer.
Para las iglesias la mujer era el demonio, la seducción, la invitación al pecado. Las iglesias monoteístas y trascendentales fueron, de las instituciones iniciales, los más poderosos despliegues represivos de la edificación temprana del Estado patriarcal, los más poderosos despliegues de la inscripción de los dispositivos de poder masculinos sobre el cuerpo de las mujeres. En el caso del mal llamado “occidente”, no es pues casual que se haya desatado una guerra contra las mujeres durante tres siglos, el largo periodo de la “caza” de brujas. Tampoco es casual que en las sociedades de hegemonía de las religiones monoteístas y trascendentales se despliegue sobre el cuerpo de las mujeres toda una indumentaria que busca ocultar sus encantos. Son religiones atormentadas por la mujer, el cuerpo de la mujer; en el fondo manifiestan el deseo de la mujer, deseo imposible de cumplirlo, pues, otra vez, se trata del deseo del deseo. Incumplimiento absoluto que se encubre con la más descarnada violencia masculina.
Nuevamente, los fundamentalismos desorbitados muestran el miedo a la mujer, el miedo a ser mujer, el terror del valor abstracto civilizatorio, hombre, a los cuerpos, a la exuberancia de los cuerpos, que en el fondo es la angustia por la vida, a la que se teme.