Autor: “Ra?l Prada Alcoreza”
La minoridad
La iluminaci?n o ilustraci?n tiene que ver con el uso cr?tico de la raz?n, aunque tambi?n con las condiciones de posibilidad de la raz?n; pero, sobre todo, con la posici?n cr?tica respecto a la gubernamentalidad. Se trata de no dejarse de gobernar, salvo por uno mismo; se dir?a un autogobierno.
Hay que salir no solo del c?rculo vicioso del poder sino de la condici?n humana, demasiado humana. Es menester integrarse a la condici?n ecol?gica planetaria.
M?s all? del bien y del mal
No hay mal ni bien, tampoco ni malos ni buenos. Lo que hay es actores en entramados entrelazados que no controlan, aunque se hagan la ilusi?n de hacerlo. Lo que hay son pretensiones de verdad que no se corroboran. Tambi?n poblaciones crecientes de v?ctimas de estos juegos de poder; as? como listas interminables de culpables, sobre los que se descarga la furia justiciera de los que se colocan como jueces inmaculados
Venezuela: Suspensi?n de la realidad efectiva
La ?revoluci?n? de la que se habla, que implica transformaciones estructurales e institucionales radicales, ha sido truncada en las primeras de cambio, cuando se restaura el Estado, cuando se cae al c?rculo vicioso del poder, cuando se usa las instituciones para dominar, cuando emerge una nueva clase econ?mica sostenida por la administraci?n p?blica; lo que se llam? la burocracia sovi?tica por el marxismo cr?tico, lo que se llama, ahora, con los ?gobierno progresistas?, la burgues?a rentista.
Es menester la conformaci?n de espacios de deliberaci?n independientes del monopolio ideol?gico y del monopolio de los medios de comunicaci?n. Es urgente recuperar la informaci?n para poder elaborar interpretaciones adecuadas, pr?ximas a lo que denomin? el positivismo objetividad. Estas son como las condiciones de posibilidad hist?ricas-pol?ticas-culturales para que los pueblos, libres de los monopolios ideol?gicos y medi?ticos, libres de los chantajes del poder, puedan deliberar, formar consensos y tomar decisiones democr?ticas.
Mapas sin centro, espaciamientos rizom?ticos del lado oculto
Lo que las sociedades modernas contempor?neas enfrentan es la propia decadencia de la civilizaci?n moderna. La decadencia puede expresarse en la rutina del sistema-mundo cultural de la banalidad, as? como en la explosi?n de violencias proliferantes del a-sistema-mundo del lado oculto de la econom?a y del poder. Esta angustia no se resuelve ni por un lado u otro, ni por la rutina tradicional de la recurrencia consumista, tampoco por la descarnada violencia de la dominaci?n grotesca.
La econom?a par?sita. Los recovecos del tr?fico y sus intersticios en la econom?a formal
Llamemos econom?a par?sita a esa ?econom?a? anexa, que se incrusta a la econom?a propiamente dicha, al campo econ?mico, para succionar su energ?a, alimentarse de sus recursos, aposentarse en sus circuitos, usar sus dispositivos y hasta m?quinas econ?micas, absorber parte de su masa dineraria y de su capital. Propiamente hablando, la econom?a par?sita no genera capital, sino que succiona parte del excedente formado en el campo econ?mico. Sin embargo, aparenta formar una suerte de enriquecimiento espurio; pues incorpora dinero a trav?s de sus circuitos de distribuci?n y de tr?fico.
La punta del iceberg
Liberar la potencia social, liberarla de las ataduras, no solo de las mallas institucionales del Estado, vale decir, concretamente, de las mallas institucionales estatales cooptadas por la forma de gobierno, sino de las mallas institucionales de la sociedad institucionalizada.
Bolivia. Sobre la carta a Trump: Una carta perdida en la tormenta
El oficialismo ha rifado la oportunidad hist?rica pol?tica de la transformaci?n estructural e institucional; la ?oposici?n? retorna a la conducta cipaya de los gobernantes liberales y neoliberales, adem?s de las dictaduras militares, que entregaron el pa?s por un plato de lentejas. Ambas versiones de la pol?tica criolla forman parte del c?rculo vicioso del poder de una manera singular, propia de la historia pol?tica dram?tica del pa?s. Como hemos dicho antes, son versiones complementarias del mismo vicio compulsivo por el poder, el objeto oscuro de sus deseos; son versiones distintas, pero complementarias, del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Es m?s, son tambi?n dos versiones de la sumisi?n; no tienen dignidad.
Recientemente la ?oposici?n?, o parte de ella, ha mandado una carta al presidente norteamericano Donanld Trump, pidiendo pr?cticamente la intervenci?n. Con este acto la ?oposici?n? hace evidente su conducta cipaya.
Defensa de las territorialidades
Desde las oleadas de conquistas y colonizaciones se dio lugar como una guerra entre las territorialidades culturales, los espesores territoriales, y las cartograf?as coloniales. Los espesores territoriales corresponden a din?micas ecol?gicas y culturales, en tanto que las cartograf?as corresponden al control geogr?fico. En los Andes las territorialidades correspondientes a los ayllus no eran controlables por el poder colonial; por eso el Virrey Francisco Toledo tuvo que recurrir a un ordenamiento territorial para poder imponer una administraci?n que se basaba en la cartograf?a. Pero, a pesar de este ordenamiento territorial, los espesores territoriales de los ayllus no dejaron de experimentar sus propias din?micas, sus movimientos complementarios y c?clicos. Los territorios son vitales; en otras palabras, est?n vivos. La cartograf?a, que es un mapeo, no puede detener la vida de los territorios. Sin embargo, la cartograf?a es el instrumento del poder para controlar la geograf?a.
Bolivia: Circuitos coca-coca?na. Entrelazamientos de la econom?a pol?tica de la coca?na
Un verdadero tratado de econom?a local, regional y nacional, con sus desdoblamientos hacia la exportaci?n, hacia otras ?reas de la econom?a local y el rol de la “Rep?blica del Chapare”, base de sustentaci?n del gobierno progresista.
Enajenaci?n pol?tica
El ?progresismo? del siglo XXI, no responde exactamente a la ideolog?a, como ocurri? con el socialismo del siglo XX, sino, mas bien, a este pragmatismo, oportunismo y utilitarismo, actitud proveniente del relativismo circunstancial de la vida cotidiana. Si se envisten de ideolog?a es m?s para aparentar o, mejor dicho, para presentarse adecuadamente de acuerdo con las circunstancias, cuando todav?a tiene un halo de romanticismo hablar de justicia, igualdad y libertad, luchar por los derechos sociales y colectivos, mejor si se trata de los ?derechos de la naturaleza?. Por lo tanto, en el siglo XXI, estamos m?s cerca de la era de la simulaci?n que de la era de la ideolog?a; la ideolog?a ha quedado como subordinada al oportunismo y pragmatismo campante.
La revoluci?n y sus m?scaras (r)
No se mata a nombre de la revoluci?n, si se lo hace, la revoluci?n ha muerto. Eso es lo que ha ocurrido con las revoluciones pasadas. No se confunda esta situaci?n represiva con la coyuntura o per?odo de luchas; son situaciones y condiciones hist?rico-pol?ticas distintas. Matar a nombre de la revoluci?n cuando se est? en el poder es hacer lo mismo que cuando los reg?menes conservadores, liberales, dictatoriales militares, neoliberales, lo hac?an; asesinar a nombre del orden, de la Ley, del Estado. Esto es simplemente terror de Estado.
No se crea que porque se mata a nombre de la revoluci?n el asesinato se convierte, por arte de magia, por arte de las palabras, en acto ?revolucionario?. Esto es lo que siempre han dicho y han querido hacer creer todos los que han empleado el terror para imponerse, cuando precisamente eran impotentes. Esto es discurso, es m?s, es justificaci?n ret?rica del empleo de la violencia, en su tonalidad de terror.
Acercamiento a la metodolog?a del pensamiento complejo de Edgar Morin
Edgar Morin llama pensamiento complejo al pensamiento que asume la complejidad, que no busca reducir la complejidad para explicarla a partir de corpus te?ricos operativos; sino, el pensamiento complejo piensa la complejidad desde la complejidad misma. Pero, ?por qu? llamarle pensamiento complejo? El pensamiento es de por s? complejo; es decir, el pensar comprende m?ltiples actividades concatenadas; el pensamiento supone la complejidad misma. Sabemos que se dice de este modo porque se contraste el pensamiento complejo con el pensamiento reductor de la episteme dual racionalista y empirista de la modernidad.
La cuesti?n estatal y el realismo pol?tico (r)
Como nunca, ahora, la cuesti?n estatal est? ?ntimamente vinculada al realismo pol?tico. Ocurre, en los supuestos del realismo pol?tico, como si el Estado fuese el n?cleo de la ?realidad?. La hip?tesis es la misma: Hay que usar el Estado para transformar. No podemos hacer nada sin el Estado. Los pa?ses del Sur requieren del Estado para defenderse del imperio.
Desde que la criatura humana, esta instituci?n, llamada Estado, captura fuerzas, cuerpos, mentes, desde que las convierte en su propia expresi?n centralizada. A esto hemos llamado el fetichismo institucional.
Pensar de esta manera es pensar fetichistamente, es decir; pensar ?ideol?gicamente?. Tener el Estado inscrito en el cuerpo, cristalizado en los huesos, incorporado en la mente. Por m?s que se pretenda una posici?n revolucionaria o descolonizadora, respecto a un conjunto de t?picos, de temas, de problem?ticas, cuando se parte de esta premisa, se comienza con la colonizaci?n interna[2], la inoculaci?n primordial del poder, el fetichismo institucional.
Genealog?a del poder y geopol?tica de la econom?a
Hablar de econom?a es hablar de la aritm?tica de la producci?n, de la distribuci?n y consumo de una sociedad. Cuando se habla del campo econ?mico, en sentido atribuido por Pierre Bourdieu a este concepto, se puede abarcar tambi?n a la distribuci?n del campo de fuerzas econ?micas, apreciadas en esas tres categor?as que las definen, acabadas de mencionar. Hablar de la cr?tica de la econom?a pol?tica es hablar de las din?micas hist?ricas de la econom?a de una sociedad, un Estado, una regi?n y el mundo. Hablar de la cr?tica de la econom?a pol?tica generalizada es hacerlo no solo como extensi?n integral de la cr?tica de la econom?a pol?tica, sobre todo a partir de su n?cleo, el fetichismo de la mercanc?a, sino comprender que el fetichismo se extiende a otros campos sociales, m?s all? del campo econ?mico; es decir, todas las mallas institucionales de todos los campos sociales estar?an imbuidos por este fen?meno de la fetichizaci?n. En otras palabras, la ideolog?a, la m?quina abstracta de la fetichizaci?n, produce la legitimaci?n de la econom?a pol?tica generalizada en todos los ?mbitos sociales.
Paradoja constituyente-desconstituyente
Entonces, el proceso des-constituyente se desata de este contexto hist?rico-pol?tico, de esta correlaci?n de fuerzas, de esta composici?n pol?tica y social. Todos los engranajes de la maquinaria estatal estaban armados para des-constituir la Constituci?n, que es la expresi?n del pacto social logrado dram?ticamente, conllevando la configuraci?n de los deseos, esperanzas, pasiones y proyectos de las multitudes.
Bolivia: proceso desconstituyente
En la Constituyente el documento de ?minor?a de izquierda? se cuestion? el car?cter unitario del Estado Plurinacional; proponiendo, mas bien, que el Estado Plurinacional corresponde a una Confederaci?n de naciones. A pesar de la burda maniobra de la mayor?a, el documento de ?minor?a de izquierda? es altamente sugerente y apropiado. Quiz?s fue el ?nico documento reflexivo y pertinente de la Asamblea. Sin embargo, lo que falt? reflexionar fue si un Estado Plurinacional, es m?s, Comunitario y Auton?mico, requer?a de una Constituci?n.
Bolivia: Una mirada retrospectiva al proceso constituyente
No pod?a haber ?gobiernos progresistas?, salvo en el nombre, en plena crisis ecol?gica planetaria, en plena crisis de la civilizaci?n moderna. De ninguna manera se trata de descalificarlos; fueron el resultado hist?rico-pol?tico de la correlaci?n de fuerzas en un orden mundial en decadencia; menos disminuirlos ante la otra expresi?n de la modernidad decadente, el neoliberalismo. Sino de comprender y decodificar sus signos, sobre todo interpretar sus s?ntomas. Se puede decir que los ?gobiernos progresistas? expresan patentemente la crisis m?ltiple del Estado naci?n, en la versi?n de la promesa incumplible en la modernidad tard?a.
Venezuela: Genealog?a de la crisis del estado-naci?n
Las salidas a la crisis pol?tica y de legitimaci?n de Venezuela no se encuentran, obviamente, en lo que ofrecen el ?oficialismo? y la ?oposici?n?. Mucho menos en la descabellada intervenci?n militar, que expresa, de manera patente, la recurrencia en la anacr?nica opci?n militar, en tiempos cuando ?sta devela sus inutilidades, en plena clausura de la modernidad tard?a. Las salidas est?n contenidas en el campo de posibilidades que contiene la potencia social del pueblo. El pueblo, es decir, las multitudes singulares que componen a la sociedad concreta, tiene la responsabilidad de consensuar una salida democr?tica, que permita transiciones consensuadas hacia la democracia plena, es decir al autogobierno del pueblo.
Genealog?a del autoritarismo (r)
Panorama del debate sobre autoritarismo.
Jerarqu?a, autoridad y poder.
Hip?tesis te?ricas hacia una Cr?tica deconstructiva de las formaciones discursivas y las estructuras pr?cticas de los autoritarismos.
Genealog?as modernas de los autoritarismos.
Conclusiones.
Bibliograf?a.
?Dualidad de poderes en Venezuela?
La crisis pol?tica, que es, en el fondo, crisis de legitimidad, no solamente corresponde al ?gobierno progresista? de Nicol?s Maduro, sino tambi?n a lo que representa la ?oposici?n? venezolana. Ambas referencias pol?ticas corresponden al c?rculo vicioso del poder; en consecuencias, ambos perfiles pol?ticos, por m?s que se proclamen enemigos, son c?mplices de la reproducci?n del poder, tal como se ha dado en las genealog?as pol?ticas de Am?rica Latina.
La salida a la crisis m?ltiple del Estado naci?n no se encuentra en el c?rculo vicioso del poder, en las distintas versiones de la reproducci?n del poder, sean de ?izquierda? o de ?derecha?, sino en la posibilidad de la madurez hist?rico-cultural-pol?tica del pueblo. Cuando el pueblo sea capaz de tener como autoridad a la raz?n, sobre todo a la raz?n cr?tica, es m?s, a la cr?tica de la raz?n; cuando el pueblo se capaz del uso critico de la raz?n y de ejercer su autonom?a y autogobierno.